LA gala de las Estrellas Michelín ha sido desastrosa para Sevilla. Unos desagradecidos, que vienen a mesa y mantel, y después le dan los premios a restaurantes forasteros. Para Sevilla fue más importante la gala de los premios de MTV, donde triunfó Rosalía, y sin decir nada contra sus fans de Vox. Y por supuesto, el congreso de las Academias de la Lengua Española, que colocó palabras muy de aquí, como capillita y sieso, en el diccionario. Unos siesos han sido los de la Guía de Michelín, que dejan a Sevilla con una sola estrella, y ninguna en Triana, donde está la verdadera. Una estrella que es la de Abantal, de Julio Fernández, que la tiene desde 2008. Significa que desde hace 11 años, para estos señores, la cocina sevillana no ha avanzado nada.

A Sevilla los de la Guía Michelín la han despachado con premios de consolación. Han incorporado al Sobretablas, de Camila Ferraro, al sector Bib Gourmand, donde hay cinco. Con todos los respetos, es como la Segunda División de la Liga Michelín. Claro que es mejor estar ahí que no aparecer ni en la Tercera División de los platos, en la que hay siete restaurantes menos.

En Sevilla venga a abrir hoteles (la mayoría con restaurantes) y gastrobares de todo tipo. Dándoselas de artistas del Masterchef. Sin embargo, en la Guía no les echan cuenta. Vienen aquí para decir que la gastronomía andaluza es muy buena, pero mayormente en Málaga, en Cádiz, en Córdoba y en Jaén, que son las provincias andaluzas a las que priman. El caso de Jerez es curioso. Tienen una estrella Michelín dos restaurantes que están cercanos uno del otro. La tenía ya el LU, de Juan Luis Fernández, que se orientó con Ángel León en el Aponiente de El Puerto de Santa María, y que tiene su restaurante en la calle Zaragoza jerezana, cerca de la plaza de toros. Y ahora la recibe el Mantúa, de Israel Ramos, que está ubicado en la plaza de Aladro, también muy céntrica. Pues en Jerez le acaban de dar el sorpasso gastronómico a Sevilla en apenas dos años. En Córdoba ya recibe dos estrellas el Noor, de Paco Morales. Y aquí a verlas venir.

La culpa la tiene la gente, que considera a esta guía como si fuera la biblia de la gastronomía. Michelín tenía fama por sus neumáticos, igual que Pirelli. Hasta que a Michelín le dio por las guías de gastronomía y a Pirelli por los calendarios de mujeres sexys. Gula y lujuria. Las empresas de neumáticos se deberían dedicar a lo suyo. ¿Michelín cómo se come? Pero la gente sigue la guía a ciegas. Y ellos corresponden con ingratitud. Juan Espadas debería tomar nota: la próxima vez que se vayan a Málaga, como los premios Goya.

José Joaquín León