PUEDE ocurrir que la SE-40 y la línea 3 del Metro estén terminadas antes que el centro cultural y de ocio de la Puerta de la Carne. Ese antiguo mercado parece la mansión de los horrores. Es como la comisaría de la Gavidia bis. El edificio es un gafe de los más gafados que se recuerdan. Está así desde el siglo pasado. Siempre que llega un alcalde nuevo dice que lo va a arreglar y cambia el proyecto del anterior. Para no repetirme con las estadísticas y proyectos que se fueron al limbo, recordemos sólo que Juan Espadas lo cambió. Sin embargo, las obras están paralizadas desde antes del verano. El edificio presenta un aspecto cada vez más siniestro. Con visibles síntomas de abandono, cristales rotos, y otros detalles pavorosos. Sólo le falta Frankenstein saludando por alguna ventana.

Esta vez parecía que sería la buena. Cortaron el tráfico en la calle Pedro Roldán, fastidiando a los vecinos y obligando a dar un rodeo. Para nada, pues hicieron unos paripés de obritas y las pararon. Antes hubo una rueda de prensa, donde el empresario Pedro Gómez Blázquez, que gestiona el Mercado de San Miguel, de Madrid (una referencia para el gourmetismo en los viejos mercados) presentó su proyecto, en el que dijo que contaría con un museo y un auditorio, entre otras maravillas. Anunciaron que el edificio sería inaugurado con un espectáculo del Circo del Sol.

No reírse, que es verdad. En las presentaciones dicen cosas así, que pasan a las hemerotecas y a Google. Circo no se ve, y sol tampoco. El proyecto se ha quedado en sombras. Para colmo de torturas, dijeron que se iban a cepillar las once melias existentes delante del mercado, en lo que parece una plazoleta, pero no lo es. Tal afirmación provocó una oleada de indignación ecologista. Los árboles aparecieron con carteles, con textos sentidos, como si los fueran arrojar a los leones del circo romano, que no era como el Circo del Sol.

Entonces resultó que el proyecto global quedaba sometido a las catas arqueológicas, a la Gerencia de Urbanismo, al Plan del Arbolado… A la burocracia que ralentiza todo en Sevilla, que aplaza los proyectos por los siglos de los siglos, amén.

Este proyecto ya va por su segundo siglo, y quizá no sea inaugurado antes del tercero. Puede ocurrir que las melias se mueran de viejas, antes del supuesto traslado, porque les contagien alguna plaga los naranjos de enfrente, que se cargarán de azahar en breve. O puede pasar que los fantasmas del mercado de la Puerta de la Carne se asomen por las ventanas, entre los cristales rotos, para denunciar los horrores de su condena, sin final previsible.

José Joaquín León