EL progresismo, esa nueva ideología que ha abrazado el Gobierno coaligado, es lo mismo que sus detractores llamaban socialcomunismo. En 1936, los socialistas y los comunistas de diversos troncos y ramas formaron el Frente Popular, que hoy sería el Frente Populista. Pero lo curioso de la evolución histórica es que han pasado de ser los rojos a ser los verdes, debido a sus preocupaciones científico-ecológicas. En Europa se denominan así, Los Verdes, y están en auge, e incluso gobiernan en algunos territorios. Es verdad que los verdes europeos no son como los nuestros, sino un poco diferentes. Por otra parte, en España, el color verde tiene un problema: se lo ha apropiado Vox. El azul cielito lindo ya estaba ocupado por el PP. A los de Vox les han entrado los complejines y se han portado como una derechita cobarde, por no utilizar el azul marino, que hubiera sido lo suyo.

Aparte de esta singularidad hispana (que obliga a los verdes ecologistas a reconquistar su color natural), en el resto de Europa el rojo está de pena. Les queda Portugal, que se parece algo a España, y algunos recuerdan que también Dinamarca y Finlandia, que se parecen poquísimo a España, como se observa en los informes Pisa. Los escandinavos siempre han sido de características que nos parecen especiales y aburridas, quizá por el frío y la nieve. De allí no han salido cantaores de flamenco ni toreros, como en Triana. Por el contrario, han salido con el bienestar en el Estado, y con chiquillas como Greta Thunberg, que antes de terminar el bachiller dan lecciones a los científicos carcas, y aportan ideas a los progresistas que nos gobiernan.

En Sevilla. los verdes del sector ecologista han apoyado el presupuesto de Juan Espadas para 2020. Antes, cuando los rojos, se hablaba de las personas, los animales y las cosas. Ahora, en la esquina del Arquillo, como el rojo va revirando hacia el verde, se habla de las personas, los animales y las plantas. Sobre todo de las plantas y los árboles, que están imparables. Sevilla cumple algunos parámetros suficientes en el conteo de árboles. La han tomado con los naranjos, que les parecerán árboles rancios y casposos (por el azahar), pero recuerden que Sevilla no es como Copenhague ni como Helsinki.

En el mayo del 68 francés (cuando los rojos hacían el amor mejor que la guerra, y no como ahora) decían que debajo del asfalto estaba la playa. La frase era preciosa, aunque tenía más sentido en Chipiona que en París. En el enero del 20 sevillano debajo del asfalto están las raíces de los árboles asfixiados. Así que el asfalto es facha, como tantos que no son progresistas.

José Joaquín León