POR fin el consejero de Educación y Deportes de la Junta de Andalucía, Javier Imbroda, ha demostrado sus dotes de entrenador. Fue seleccionador nacional de baloncesto y dirigió a los equipos de Unicaja de Málaga y Caja San Fernando de Sevilla, con lo cual se aprecia que tuvo buen trato en las alturas. Pero hasta ahora no se le había notado. Así que ha aprendido del PSOE, aunque él esté puesto ahí por Ciudadanos; y cuando los otros extendían la cortina de humo del pin parental para hacer lo que más les gusta (que es asustar a la gente, diciendo que viene el lobo de Vox, mientras han metido a la Caperucita Roja de Podemos en la Moncloa), pues él ha hecho lo mismo: otra cortina, que además se la apoya el socialista Juan Espadas, alcalde de Sevilla. Y así ha propuesto que el estadio de La Cartuja opte a acoger las finales de la Copa del Rey de fútbol en 2020, 2021, 2022 y 2023.

Propongo que llegue más lejos: solicitar a la RFEF que el estadio de La Cartuja de Sevilla sea la sede permanente de la Supercopa de España. No haría falta llevarla a Arabia Saudí. En la isla de La Cartuja las mujeres pueden ir al fútbol sin burka, como se les antoje, pues en ese estadio han montado hasta outlets de moda. Una Supercopa con cuatro equipos permitiría llenar los mil hoteles que están construyendo en Sevilla durante una semana.

El estadio de la Cartuja es de cinco estrellas y se lo merece. A ese estadio todo el mundo lo critica. Ya se ha contado su historia muchas veces, y lo que pasó con el Sevilla y el Betis. Ese estadio sigue siendo un problema al que nadie le encuentra la solución. A pesar de su leyenda negra, a pesar de que dicen que no sirve para nada, allí se ha disputado un Mundial de Atletismo, dos finales de la Copa del Rey, la final de la Copa de la UEFA, partidos internacionales de la selección española de fútbol, dos finales de la Copa Davis y la beatificación de Madre María de la Purísima con la Esperanza Macarena trasladada. Por no hablar de míticos conciertos. Para no servir de nada, tampoco está tan mal.

El problema del estadio es su falta de continuidad. Ha acogido grandes eventos, pero de modo esporádico. Nunca fue el estadio comunal en el que disputaran sus partidos el Sevilla y el Betis. Así que ahora Imbroda se debe buscar la vida. Si consigue para la ciudad cuatro finales de Copa del Rey seguidas marcará un gol (un gol olímpico, se podría decir) y pondría en valor ese estadio. Una obra de los Antonios sevillanos, Cruz y Ortiz, los mismos tan elogiados por el Wanda Metropolitano de Madrid, que es el rival a batir. Si van a elegir entre Madrid y Sevilla, ojo con el bar.

José Joaquín León