HOY, 14 de febrero, es el día de los enamorados, que a algunos les parece un invento para regalar en temporada baja. Esta fiesta, como casi todas las nuestras, tiene un origen cristiano, para consagrar el amor verdadero y puro. Se creó para cargarse las fiestas lupercales de los romanos, que eran paganas y antifeministas, ya que se dedicaban a desollar y sacrificar cabras y otros animales para hacer látigos con sus pieles, con los que azotaban a las mujeres, pues creían que así aumentaba su fertilidad. Esto se apunta para que veáis que las fiestas paganas solían ser reaccionarias y crueles, y que las cristianas aportaban un progresismo en aquellos tiempos, aunque los paganos de hoy digan lo contrario.

Otra costumbre de los romanos consistía en martirizar a los que no pensaban como ellos. Ya se hacía antes de la Inquisición y de la conquista de América. A San Valentín lo decapitaron. Se cuenta que en el recorrido hacia la ejecución curó a Julia, una joven ciega, y le dio un papelito que leyó, donde decía “Tu Valentín”. Ella plantó un almendro en su tumba. De ahí salió la teoría de que estaban enamorados. Otras leyendas dicen que Valentín casaba a las parejas en las catacumbas.

El amor ha sido bien aprovechado para el turismo. Hay ciudades emblemáticas, como Verona, con Romeo y Julieta, cuya casa se visita. En España, la capital del amor es Teruel, con los Amantes, que tienen un monumento para las visitas, junto a la iglesia de San Pedro. Aunque Teruel existe, la gente cree que está vacía.

Sevilla debería apostar por el turismo del amor. En la encuesta de Ryanair que se ha publicado, la plaza de España es el tercer lugar preferido por los enamorados, tras la noria de Londres y el balcón de Verona. Sin embargo, el mejor lugar de Sevilla para los enamorados es la glorieta de Bécquer, que está en el Parque de María Luisa. Gustavo Adolfo Bécquer es el poeta más romántico. Pero las ciudades más visitadas por los enamorados son París, Venecia y Roma. En ese ranking no está Sevilla.

Predomina la idea de que el amor loco, y el de toda la vida, surge como un flechazo entre un hombre y una mujer. Existen otras relaciones, además de gays y lesbianas, entre ellas las poliamorosas (tríos, cuartetos, quintetos, orquestas sinfónicas, etcétera). También los hay que ya no saben lo que son, ni lo que les gusta, con lo que les resulta difícil enamorarse.

“El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”, dice San Pablo en su carta a los corintios, que se lee en casi todas las bodas de la Iglesia católica. El amor se ha convertido en un milagro; es inusual en los tiempos del egoísmo. Pero aún quedan personas románticas.

José Joaquín León