EL principal despilfarro en las obras públicas es empezarlas y no terminarlas. Cuando no se hace nada, se supone que no se gasta nada. Pero cuando una obra se queda interrupta, nos perdemos lo mejor, que es disfrutarla. No cumple sus fines cuando está incompleta y gastan. Por eso, debemos evitar caer en la trampa del ministro de Fomento, José Luis Ábalos. Este señor, desde el episodio con la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, parece que es el ministro de Asuntos Exteriores. Apenas se refiere ya a las obras públicas, sino que va dando versiones de su casuística. Hay una ministra de Asuntos Exteriores, señora de vida oculta, que vive sin vivir en ella, como si no existiera, y ahora ha desaparecido el señor de Fomento, ocupado en disimular.

Los túneles de la SE-40 son imprescindibles. El puente sería un mal menor, con unas consecuencias que ya se han comentado: si es un puente móvil, malo; si es un puente fijo, peor. La más peligrosa de todas las posibilidades es ralentizarlo, dormirlo, a ver si la gente se olvida. Cuanto más tiempo pase será peor. Urge porque el resto de la obra ha avanzado: ahora se puede viajar por la SE-40 desde Alcalá de Guadaíra a Dos Hermanas, facilitando los enlaces desde el sur de la provincia de Sevilla y la de Cádiz con la A-92 a Málaga y Granada, y con la A-4 a Córdoba y Madrid. También se puede viajar desde Coria del Río hasta el enlace con la A-49 para ir a Huelva y Portugal. Sin embargo, ese anillo está roto en el río Guadalquivir.

Todavía la SE-40 no sirve para enlazar desde Alcalá y Dos Hermanas (con los tráficos derivados) hasta la conexión con la A-49. Cuando se habla de la autovía de Doñana, para aproximar las provincias costeras de Cádiz y Huelva (que la Junta niega unos días con más énfasis que otros), se olvida que si la autovía de la SE-40 estuviera completa mejoraría los enlaces y descongestionaría más el tráfico de Sevilla en la SE-30 y el puente del Centenario. Para eso empezaron a construirla. Por eso no se puede quedar interrupta en el río.

Unos amigos madrileños que viajaron recientemente desde la A-49 a Coria, a través del tramo de autovía de la SE-40 existente, quedaron sorprendidos por su escaso tráfico. Les pareció una autovía infrautilizada, un lujo absurdo. Es la consecuencia de no satisfacer los fines para los que ha sido creada. Quedan pendientes otras obras, pero con la conexión de los túneles por el río Guadalquivir se notarían mucho más las ventajas de la SE-40.

Como pasa con casi todo lo relacionado con la provincia, el interés en la capital es relativo y las instituciones no presionan.

José Joaquín León