LA polémica comenzó con un ensayo de Los Panaderos. Según pareció, algunos policías locales confundieron a la parihuela con un camión de reparto. A Juan Carlos Cabrera, en su calidad de responsable municipal del Tráfico y de las Fiestas Mayores, esta bulla le ha pillado de pleno. Por lo que puede darse el caso de que las parihuelas sean reprobadas en los festejos de la Semana de la Movilidad o algo de eso. Conozco a personas que piensan que las parihuelas son peor tratadas que los patinetes eléctricos. A pesar de que las vemos venir, y es poco probable que arrollen a una criatura. Por el contrario, se conocen casos en que un paso ha sido atropellado, como el famoso incidente del tranvía con el paso de palio de la O, en el que resultó herido Salvador Dorado.

El 23 de abril se cumplirán 77 años de aquel atropello. En esto, como en tantas cuestiones, debería imperar el sentido común. Nadie ha pedido un carril para parihuelas. Nadie ha pedido que sean tratadas como las bicicletas y los patinetes, o como los taxis y los autobuses de Tussam, para que tengan sus propios espacios. Para salir con una parihuela a las calles y plazas, lo natural es pedir permiso al Cecop. Cualquier día podrían organizar una reunión de diputados mayores de gobierno para explicar las normas de las mudás.

Por reuniones que no quede. Yo fui a una en la que recomendaron la instalación de sensores de humos en las iglesias. Y el representante de una cofradía del Viernes Santo preguntó: “Oiga, ¿y el sensor pita con el humo del incienso?”. Resultó que sí. Con lo que quedó claro que no servía para una función principal de instituto. Las parihuelas son como son. En algunas calles molesta todo: sea una parihuela, un coche de caballos o un camión de Lipasam.

Sin embargo, hay que ponerlas en valor. Falta poco para que digan que el tranvía del Metrocentro está perdiendo viajeros porque los ensayos de los hermanos costaleros impiden que llegue hasta la Plaza Nueva. Los ensayos tienen sus momentos y sus razones. Por otra parte, las parihuelas son ecológicas, no consumen gasolina, ni gastan electricidad tontamente. Son sostenibles, pues para eso hay costaleros, que incluso las pueden levantar a pulso, llegado el momento. Nunca se ha visto un autobús de la línea 27 de Tussam arrancando a pulso en la Campana.

No se ensaya por gusto, ni tantas veces. La mudás son imprescindibles. Si los pasos llegaran en camiones a sus templos contaminarían más. Conclusión: Las parihuelas son verdes, como el manto de tisú de la Esperanza Macarena.

José Joaquín León