EL domingo 23 de febrero (fecha que evoca a Rumasa y a Tejero) es Carnaval en medio mundo. En Cádiz, sin ir más lejos, y en gran parte de Andalucía. Sin embargo, en Sevilla es el día del Maratón. Han organizado uno tal que nos tomen por locos. Estaban inscritas 13.500 criaturas, lo que ya tiene mérito, pues hay que correr 42, 195 kilómetros para llegar a la meta. Pero aquí todo parece poco con tal de atraer turistas asiáticos, y decidieron ampliar el plazo para que se puedan inscribir algunos de los 37.000 maratonianos excluidos en Tokio por el coronavirus. A ver si suspenden en Tokio los Juegos Olímpicos, que para eso tiene Sevilla un estadio puntero, al que Javier Imbroda quiere dar utilidad.

Pero se hablaba del Maratón y del Carnaval. Mañana es el domingo carnavalesco, que en Sevilla no existe. Ya he escrito en años anteriores que los alcaldes han sido habilidosos. En tiempos de Monteseirín intentaron organizar un concurso de agrupaciones en el teatro Lope de Vega, pero desistieron. Después ni Juan Ignacio Zoido, ni Juan Espadas han mostrado las menores ínfulas carnavalescas. En otros tiempos, cuando existía la Caja San Fernando (después Cajasol), montaba Emilio Aragón unas actuaciones el sábado de Carnaval en la plaza de San Francisco, con los primeros premios del concurso de Cádiz, pero fue a menos. Ahora en Cajasol está la exposición del Gran Poder, con proyecciones en la fachada del Ayuntamiento. En Sevilla, la Cuaresma siempre gana.

Aquí organizan en el auditorio de Fibes el festival El Falla en Sevilla, y diversas actuaciones, pero en otros momentos. El Carnaval es una fiesta sucia y obligaría a pagar horas extras a Lipasam. Ya nadie se acuerda de las murgas de la Alameda, que suenan al tiempo de los romanos, y Escalera suena a Quinta Angustia o Carretería. En Málaga, donde también hay muchos capillitas, celebran el Carnaval en las calles con actuaciones, como un pórtico de la Cuaresma. En Sevilla se organiza un triduo, y bailan los seises, como desagravio.

Y para evitar las malas tentaciones de Don Carnal, cercano ya otro Miércoles de Ceniza, llega el Maratón. Es decir esta palabra mágica y echarse la gente que no corre a temblar. El Maratón significa que Sevilla permanecerá incomunicada durante la mañana del domingo de Carnaval. Esto sí que es una chirigota, pensarán algunos cuando se vean atrapados y sin salidas.

En tales circunstancias, hay muchos que huyen, incluso el día antes. Al Carnaval de Cádiz, o a otros carnavales. Los que se quedan pueden elegir entre purificarse con un besamanos o correr a lo loco.

José Joaquín León