EL coronavirus va a pasar por la plancha, como si fuera un chuletón de buey. El coronavirus no ha muerto en Sevilla, pero está dando las últimas boqueadas en la pandemia de primavera. Todavía puede soltar alguna cornada, aunque es probable que reciba el puntillazo este fin de semana, cuando las temperaturas se aproximarán a los 40 grados. Hay que mantener las medidas de precaución, usar mascarillas y guardar las distancias sociales. Pero no se puede engañar a la gente, ni siquiera entre ellos, como en la reforma laboral. Para acabar con la pandemia en esta primera fase basta con seguir los contagios. La batalla sanitaria está prácticamente ganada, hasta que pase el verano. Otra cosa es la ruina que viene, que será mortal de necesidad.

Cualquier aficionado a la epidemiología sabe cómo funciona una pandemia, incluso la del covid-19. Aquello del sombrerito que explicó Fernando Simón. El problema de este señor es que cuando se dio cuenta ya tenía la chistera en todo lo alto, y no podía enseñar el conejo. Es decir, la situación que tenemos a día de hoy es mucho mejor que la de finales de febrero o principios de marzo, cuando él se equivocó, y cuando no aconsejó las mascarillas porque no había, según ha reconocido ya, con la cara dura. Dos meses y pico de encierros (más que en Wuhan) no han pasado en vano.

El coronavirus está dando las últimas boqueadas, porque el tiempo juega a nuestro favor. Digan lo que digan, el calor lo achicharra. Todas las epidemias, incluso las medievales, duran su tiempo, no son eternas. En este caso, además de que el tiempo beneficia, ya están controlados los dos principales focos de contagios, que eran los hospitales y las residencias de ancianos. En la prevención, el Gobierno falló estrepitosamente. Los hospitales (sobre todo en Madrid, Barcelona y donde hubo más muertos) se han visto desbordados, además de los 40.000 contagios del personal sanitario. De ahí viene el caos.

En la temporada de otoño-invierno puede surgir una segunda oleada. El rebaño no está inmunizado. Pero si los científicos del Gobierno no son tontos/tontísimos, algo deberían haber aprendido de esta pandemia para reaccionar antes y de otro modo. Además de la posibilidad de que mejoren los tratamientos (por fin) y de que aparezca alguna vacuna milagrosa.

En estos momentos, en Sevilla, y en toda Andalucía, hace falta un baño de realidad. No sólo para ir a las playas, sino para no cargarnos totalmente el turismo y la economía. El coronavirus se va a quedar fritito este fin de semana, ya lo verán. Ahora lo más alarmante está en la Moncloa.

José Joaquín León