EL presidente de la Diputación Provincial de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos, es uno de los políticos más coherentes del PSOE andaluz. Ha mantenido una ideología y unos afectos que han sido transparentes y reconocibles. Pasó de profesor de instituto a la política activa. Fue alcalde de La Roda de Andalucía, en 1983, así que empezó con el felipismo recién llegado al poder. En los últimos años se le ha calificado como susanista, si bien resultaría más correcto lo contrario, ya que Susana Díaz era una pipiola cuando Villalobos podía ser su padre o su tío político. Se mantuvo fiel a ella porque es de los socialistas que no cambian de devociones según sople el viento de la Moncloa. Y porque, a los 69 años, ya no se debe estar para trasiegos oportunistas.

Será un acierto de Juan Espadas mantenerlo en el cargo. Demuestra ese talante institucional que tanto se añora en nuestra sectaria y crispada política actual. Fernando Rodríguez Villalobos puede ser calificado como un hombre de Diputación, si eso existe. Debutó como diputado en 1991, cuando era alcalde de La Roda, y se estrenó como presidente de la institución provincial en 2004. Es, por tanto, un político experto en la supervivencia dentro del PSOE, y un hombre clave en la trayectoria de su partido en Andalucía. Estuvo con Manolo Chaves, con Pepe Griñán y con Susana Díaz, y será respetuoso con Juan Espadas. Sigue al frente de una Diputación que controla a la provincia de Sevilla como el gran feudo del PSOE andaluz, para tormento del PP, que lleva un cuarto de siglo intentando acabar con esa hegemonía.

En el siglo XXI, los pueblos de Sevilla han aprovechado el reguero de bienes y dichas que les llegaban de la Diputación. Siendo estas instituciones las más generosas de la política española, gracias a sus fondos, lo han sabido aprovechar en todos los sentidos. Los pueblos de hoy en día tienen poco de pueblerinos, y se van urbanizando, y se adaptaron al auge del turismo y la gastronomía hasta que llegó la pandemia. Por otra parte, la Diputación ha sido en verdad la Casa de la Provincia, con sus exposiciones y muestras, que abarcan desde lo más tradicional y rural a lo más innovador y tecnológico. No es sólo cine.

Tras tanto tiempo de actividad, es natural que termine con un buen palmarés. Aunque lo mejor de Villalobos es su coherencia. Ya tiene edad para jubilarse. Sin embargo, se debe ir en 2023, cuando le corresponde (no antes por partidismos), y con la dignidad de ser fiel a sus ideas y a su trayectoria. Virtud rara en la política, que ya sólo aprecian los románticos, los locos, y una parte de la gente de bien.

José Joaquín León