AL llegar septiembre comienzan los cursos (escolar, judicial, político, lo que sea) y nos entra la mentalidad del otoño caliente. Sin embargo, en Sevilla, los ojos se vuelven ya hacia la primavera. La Semana Santa tiene su curso, que es el llamado Curso Cofrade, y la Feria no, aunque hay que prepararla a tiempo para que no ocurra lo mismo que con los toldos. Cabrera propone y el coronavirus dispone, como ha pasado en los dos últimos años. Entre ola y ola, se hablaba de experimentos raros para las fiestas primaverales, pero los acontecimientos de los últimos días son más esperanzadores. Y reconfortan las declaraciones del alcalde, Juan Espadas, que se situó en contra de “sucedáneos y variantes” y rechazó “los experimentos raros”.

Para variantes ya hemos tenido la inglesa, la india, la sudafricana, la brasileña, la colombiana y las de otros países; aunque ahora les ponen las letras del alfabeto griego, para que sean delta, épsilon y otras así. La gente sólo se sabía alfa y omega, que son la primera y la última, y si acaso beta, que sonaba a video antiguo. Pero hay incluso una eta, que suena horrible. Con tantas variantes, entró un comprensible temor a la experimentación. Recuerden ustedes que en los cabildos de toma de horas aprobaban cambios ad experimentum, y no los firmaba el profesor Franz de Copenhague, sino el mismísimo vicario general. El experimento podía funcionar o no, salir al derecho o al revés; y si no gustaba, buscaban otro. Con el coronavirus por medio era y es una perniciosa tentación.

Algunos aún temen que la Delegación de Fiestas Mayores se reconvierta en la Delegación de Experimentos Raros. Y que Juan Carlos Cabrera se juegue su futuro político en esa ruleta. O que Carlos García Lara pase a ser el director de Experimentos Raros y salga el sol por el Plantinar, que es su barrio, o cambien los días y los dejen irreconocibles, o pongan una carrera oficial por el Paseo de Colón y la Puerta Jerez (ya lo intentaron en serio, que es lo grave), o digan que no a los costaleros sino que los pasos no serán pasos, o cualquier experimento raro que se les ocurriera. Y que lo prueben con una procesión extraordinaria que resulte demasiado ordinaria.

También hay que tener cuidado con la Junta. El consejero de Salud, Jesús Aguirre, dijo que las procesiones dependen de los permisos de los ayuntamientos, y el presidente, Juanma Moreno, puntualizó que primero las deben aprobar los obispados. El arzobispo Saiz Meneses empieza a mover fichas y tiene ganas de estrenarse. De él se espera recto juicio y que no cree una Vicaría de Experimentos Raros.

José Joaquín León