CUANDO termina la Feria pasa igual que cuando llega la Resurrección. Resucitan las polémicas, es la hora del balance. En la Feria se suele insistir en la conveniencia (o no) de trasladarla a otro sitio y cambiar las fechas. La cambiaron porque había muchos partidarios de organizarla de sábado a sábado. Ahora, cuando la han cambiado, a la gente le ha dado por decir que es mejor celebrarla como antes, de lunes a domingo, en vez de ponerla de sábado a sábado. Si el Ayuntamiento tuviera la tentación de rectificar para que sea de lunes a domingo (a pesar de que Antonio Muñoz no es partidario), la gente diría que era mejor de sábado a sábado. Se quiere lo que no se tiene, dicen los psicólogos, porque la felicidad es efímera, llega y pasa. Pero el mayor peligro de la Feria estuvo en los políticos.

¿Los políticos? ¿Y por qué? Pues porque tienen una tendencia a recorrer la Feria como si estuvieran bajo los indeseables efectos de una papalina. A lo mejor son abstemios, y no han pasado de probar un refresco de limón. Yo no digo que vayan empapados de fino o manzanilla. Pero fíjense en lo que han montado este año. Los de Unidas Podemos sólo han podido unirse para hacer el ridículo. El plazo de las coaliciones terminaba en la madrugada del sábado de Feria. Mal día. Y pasó lo que pasó. Un error burocrático, dicen ellos y ellas. Pasó que se durmieron y ya habían cerrado la Junta Electoral. Había venido Yolanda Díaz, que no se prodiga por Sevilla. Y Alberto Garzón enchaquetado y encorbatado, nada de look desaliñado, ni boho guarri. A Yolanda le dijo el presidente Juanma Moreno que estaba muy guapa y le preguntó por qué no se había vestido de flamenca. Esto, en otras condiciones, en otro lugar, hubiera sido un piropo machista. Pero, en la Feria, todo el mundo lo entiende. Yolanda le dijo que no se había vestido de flamenca por los asesores. Yolanda es gallega, como Feijóo, y allí hay menos afición al flamenco. Les gustan más las muñeiras y las pandereteiras, prefieren el camino de Santiago al del Rocío.

Todo eso ocurrió en la caseta de UGT, donde estaba Juanma de paso, con Carmen Castilla, que sí se había vestido de flamenca. Y luego se fue, y se encontró con Macarena Olona, la de Vox, que también se había vestido de flamenca. Esta promiscuidad del buen rollito político sólo se permite en la Feria. Es una pena que no sea Feria todo el año, desde el 1 de enero al 31 de diciembre. Sería más divertido, y discutirían menos y pactarían más, y cada cual podría beber o no en las casetas, no es una obligación; y jugar a las coaliciones, siempre así, y rifar las cabezas de listas.

José Joaquín León