EL río Guadalquivir recupera protagonismo con los fastos programados estos días para conmemorar el V Centenario de la primera vuelta al mundo. Han pasado 500 años (o lo que es igual, medio milenio), desde que Juan Sebastián de Elcano y 17 supervivientes llegaron al puerto de Sevilla, tras la hazaña de la circunnavegación que tan bien narró Antonio Pigafetta en su libro. Lo primero que hicieron aquellos héroes fue una procesión extraordinaria para postrarse ante la Virgen de la Victoria. Se espera amplia participación en los eventos, pues aquí gusta mucho una efeméride, y se conmemoran a lo grande. Se demuestra con este festival que el río Guadalquivir sirve para todo, pero que atravesarlo de una orilla a otra depende de por dónde, como se aprecia con los túneles de la SE-40.

A eso me quería referir. En Sevilla se habla mucho de túneles, pero se construyen pocos. Hay que ver lo que han montado con los túneles de la SE-40, cuyo precio se ha multiplicado, mientras la tuneladora está inactiva. Hay que ver lo que se habla de los túneles del Metro, desde que en el siglo pasado dijeron que iban a destruir la Catedral, el barrio del Arenal y no sé qué más, para tunelar desde la Puerta Jerez a la Plaza Nueva. Más recientemente, con la línea 3, intentaron dar gato por liebre en la zona de la Palmera y Los Bermejales, para construirlo en superficie, a modo de tranvía. Se llega a la conclusión de que los políticos sevillanos aborrecen los túneles. Cuestan sangre, sudor y lágrimas. Aparte de que también cuestan un huevo. Un huevo de la gallina de los huevos de oro.

Sin embargo, las grandes capitales están llenas de túneles. Y en los libros de los récords aparecen los más famosos. El túnel más largo del mundo es el de San Gotardo, en los Alpes, con 57 kilómetros de longitud. La galería ferroviaria de Saikán, en Japón, tiene 53 kilómetros. Entre los de carreteras, el de Laerdal, en Noruega, alcanza 24,5 kilómetros. En cuanto a los túneles submarinos, el más largo es el Eurotúnel, que une a Francia con el Reino Unido bajo el Canal de la Mancha y que mide más de 50 kilómetros. Pero China ha anunciado un túnel submarino entre Yantai y Dalian, que llegará a los 123 kilómetros. Su longitud será algo así como un túnel submarino desde Sevilla a Cádiz.

Es más difícil construir un túnel por el río Guadalquivir, en Coria, que dar la vuelta al mundo en una nao como la de Elcano. También es muy difícil que el hombre llegue a la Luna y lo están intentando otra vez. Se admiten apuestas: habrá un festival de astronautas heroicos en la Luna antes de que crucemos el río en la SE-40.

José Joaquín León