LAS tradiciones sevillanas se mantienen, aunque también se renuevan o se reinventan. Todo el mundo en general se evoca en la ciudad el 8 de diciembre, cuando llega la fiesta de la Inmaculada, y reverdece la Flor de las flores en el Adviento, que ya nos presagia la Esperanza de otra Navidad. Retorna un ritual que es público y notorio. Día de funciones en honor de la Inmaculada en los templos, organizadas por hermandades que la tienen por titular, o que son sacramentales. La devoción eucarística está unida a la concepcionista. Los franciscanos la propagaron. Las primeras hermandades sacramentales, impulsadas por Teresa Henríquez, ya compartían el amor por el Santísimo y por la Inmaculada.

Hoy es el día en que bailan los seises celestes en la Catedral. Hoy es el día de la Pura y Limpia en la capilla del Postigo. Hoy es el día en que se anuncia la fiesta al son de clarines, en San Antonio Abad, para que los ecos de la Concepción vibren por los cielos. Hoy, en la Magdalena, se celebra la función principal de la Sacramental, que reserva el día de su fiesta grande para la Madre que fue sin pecado concebida. Hoy, en San Lorenzo, el cuadro de la Inmaculada de Pacheco preside el retablo mayor, con el Niño Jesús a sus pies. Hoy se prodigan los besamanos a la Virgen.

También hay celebraciones menos conocidas. Es el caso de la procesión de la Inmaculada que organiza la Sacramental del Corpus Christi. Hoy, si el tiempo no lo impide, recorrerá las calles próximas a la avenida de la Palmera, para llegar al Hospital Virgen del Rocío, donde protagoniza escenas de gran sensibilidad con los enfermos, especialmente con los niños. La fe sigue viva, porque se hace presente.

Hoy repicarán gozosas las campanas de Sevilla (que ya son patrimonio de la humanidad), en homenaje a la Reina de los cielos. Si Sevilla luce el título de Mariana, como honra y gala, o si la llaman la tierra de María Santísima desde siglos pasados, es porque la devoción a la Pura y Limpia aquí se proclamó como un dogma de fe, antes de que lo promulgara el Papa Pío IX en 1854. Ese papa, en Andalucía, tiene un dulce en su honor, el pionono, de origen granadino, que ha sido adoptado en nuestras pastelerías. Sevilla, una vez más, fue más papista que el Papa. En el Silencio formularon voto de sangre, en defensa del dogma, desde 1615. Y en Sevilla se defendió el día festivo cuando lo intentaron cambiar para no santificar las fiestas.

Hoy, 8 de diciembre, es fiesta grande en la ciudad. Este año se celebra en jueves, como el Jueves Santo y el jueves del Corpus. Trilogía unida por la misma fe.

José Joaquín León