PARA los accidentes de tráfico también hay lugares de moda, sobre todo por la frecuencia. Hace dos o tres años parecía que todos los siniestros con víctimas mortales ocurrían en la A-4, la carretera nacional de Sevilla a Cádiz, entre El Cuervo y Los Palacios, en el tramo que todavía no es autovía. Por el contrario, en las últimas semanas parece que todos los accidentes de Sevilla ocurren en la Ronda Urbana Norte, que se ha convertido en el Gran Punto Negro. Cuatro accidentes mortales en dos meses. De modo que ha vuelto la polémica por la SE-30 y su deficiente trazado. Siempre que suceden accidentes mortales se busca a los culpables. Y, con frecuencia, se supone que la culpa es de la carretera.

Sin embargo, en el 99% de los casos la culpa es de quien lo provoca. Es decir, de una persona (un conductor de vehículo, o un peatón) que comete un error, o se despista, por motivos a discernir. A veces va borracho o drogado, lo que condiciona. Ni que decir tiene que la carretera influye. La A-4 es un tormento, debería ser una autovía completa y parece que no lo será nunca. La Ronda Urbana Norte cuenta con puntos de alto riesgo. Pero los accidentes no ocurren solos. En algunos de los siniestros mortales hubo infracciones lamentables y hasta un pique competitivo. Y se debe asumir que en Sevilla circulan no pocos conductores pésimos, que campan a sus anchas y que se creen que son como Fernando Alonso, Carlos Sainz, Marc Márquez y otros así. El talante de campeones del automovilismo o el motociclismo lo sacan a relucir en los semáforos en rojo o vías congestionadas. Y van a lo loco de madrugada, son los reyes del asfalto.

Algunos estudios sobre siniestralidad de compañías de seguros sitúan a Sevilla entre las ciudades españolas donde peor se conduce. Un mal conductor suele creer que es bueno. Un mal conductor no es sólo el torpe, sino el que circula haciendo zig zag por los carriles, el que no respeta los semáforos ni las prioridades en los cruces, ni los pasos de peatones, el que se cree que la ciudad es suya; y puede cometer las infracciones que se le antojen, pues les parece que los límites son para los otros.

Aparte de renovar las carreteras y vías urbanas (que también hace falta), en Sevilla hay que mejorar el estilo urbano de conducir. Por supuesto que hay buenos conductores, pero basta con uno malo para fastidiar a muchos buenos. ¿La solución es poner más multas? ¿La solución es controlar más? La solución sería mejorar la educación vial, que como todas las educaciones se basa en el respeto a los demás y el aprecio por el bien común.

José Joaquín León