HA dado la casualidad de que el fallecimiento de Alfredo Flores ha coincidido con el de Carmen Sevilla, con lo cual los artículos de necrológicas se están centrando en la popularísima artista. Ese reconocimiento no debería influir en que pase desapercibido el que se merece el Fiscal Jefe de Sevilla. Así se le conocía, pues no se imaginaba nadie a un fiscal jefe que no fuera don Alfredo. Y todos los que llegaron después, cada uno con sus aportaciones, no han tenido la popularidad ni el prestigio de quien consiguió ser a la vez salmantino y sevillano. Fue un personaje fundamental para la Sevilla de la Transición. O por decirlo como en el baloncesto: uno de los personajes del último cuarto del siglo XX.

Su faceta profesional como fiscal ha sido glosada por Jorge Muñoz. Intervino en los casos más relevantes de los 40 años que vivió como fiscal en Sevilla, de ellos casi 20 años como fiscal jefe. Tuvo Alfredo Flores la particularidad de no querer irse a Madrid para ascensos de más rango, ni siquiera a la Fiscalía General del Estado. Y aquí le tocó lidiar con casos muy mediáticos, algunos escabrosos y delicados, como el caso Arny o el caso Juan Guerra, del que ya nadie se acuerda, pero que levantó mucho polvo de las alfombras rojas.

Sin embargo, lo más admirable de Alfredo Flores ha sido su sevillanía. Era salmantino de origen, un castellano viejo. A los salmantinos, aunque sean aficionados a los toros (allí había mucha afición) se les suponía de la cuerda de El Viti, que era la seriedad hecha torero. Pero Alfredo Flores, entre otras devociones taurinas, se convirtió al currismo. No sucedió igual en lo futbolístico, ya que decía que era hincha de la UD Salamanca, que por aquel tiempo jugó en Primera. Y se confirmó así que la gente puede cambiar de pareja, de aficiones, o de lo que sea. Pero se mantiene la fidelidad inquebrantable al club de los amores desde la infancia.

Una de sus actividades más conocidas fue la de cofrade. Era uno de los miembros del senado hispalense de los asuntos cofradieros, junto a otros juristas top de la época. Fue pregonero de la Semana Santa de 1981. Y fue hermano mayor de San Gonzalo. No olvidemos que es un paso de los llamados de tribunal y Flores era fiscal jefe. San Gonzalo, con su gestión, dio un salto de calidad, y pasó de ser una cofradía de las más modestas a poner las bases de una popularidad y una multiplicación de hermanos de las más notables.

Alfredo Flores fue un personaje inolvidable en la Sevilla que gestó y vivió la Expo 92. Es de justicia recordarlo en la ciudad que amó y valorar sus méritos.

José Joaquín León