EL final de las vacaciones de agosto desembocó en una tormenta (ahora llamada Dana) y en un crimen de violencia de género en Sevilla. Este último suceso ha provocado la lógica alarma. Al coincidir con otro en Villanueva del Arzobispo (Jaén), han vuelto a esgrimirse las estadísticas. Casi siempre con el afán preconcebido que las caracteriza. Se ha destacado (y es cierto) que en España han asesinado ya a 42 mujeres en lo que va de año (12 más que en el mismo periodo de 2022); y que Andalucía, con 15 muertas, es la comunidad con más casos registrados. Es decir, un grave problema que no va a menos, sino a más. A pesar de las inversiones de los poderes públicos, tanto el Gobierno como la Junta.

La Junta de Andalucía destina un presupuesto anual de 50,1 millones al Instituto Andaluz de la Mujer, para políticas de igualdad y contra la violencia de género, con un aumento de 5,9 millones respecto al año anterior. Más gasto público y, por desgracia, más víctimas. Obviamente, no hay relación directa. Aunque significa que el problema se enfoca mal, porque no se actúa con realismo, y porque está condicionado por lo políticamente correcto.

El último asesinato machista de Sevilla ha ocurrido en el barrio de la Macarena, pero el asesino y la víctima eran filipinos. Ese dato se silenció, o se camufló, en otros medios, quizás para no aumentar la xenofobia. Sin embargo, cuando el asesino es un guardia civil o un militar aparecen en los titulares. Con eso vemos la manipulación política, que beneficia las tesis extremistas de partidos como Vox. La inmigración legal es necesaria y la gran mayoría son buenas personas, pero la tasa de agresiones contra la mujer es más alta que entre los españoles. No es un tópico, sino que se aprecia en las estadísticas del Gobierno.

Según los datos del Instituto Nacional de Estadística, en 2022 fueron denunciados 33.209 hombres en España por violencia de género. La tasa de denuncias por cada 1.000 hombres de 14 y más años fue el triple entre los nacidos en el extranjero (3,6) que entre los nacidos en España (1,2). Entre los de origen extranjero, las tasas más altas de hombres denunciados correspondieron a los nacidos en África (5,0) y en América (3,7).

Cuando se dice que es un problema educativo, y que se debe resolver en las escuelas, olvidan que también se debería abordar en la educación de otros países, donde hay conductas más machistas. O asumirlo como un factor de riesgo. Sin olvidar los factores recurrentes, como los celos, que son el origen esencial de esos crímenes. Con melindres políticos vamos a peor.

José Joaquín León