TAMBIEN los políticos tienen madre. Son criaturas de Dios. A veces nos olvidamos, y creemos que los políticos proceden de la inteligencia artificial (o que no tienen inteligencia); y que son inmutables, estáticos, maquinales, sin sentimientos, como los robots. Sin embargo, un político puede cambiar de ideas. Se conocen casos extremos, como el de Jorge Verstrynge, que pasó de ser la mano derecha de Fraga a convertirse en podemita de Pablo Iglesias. Para entenderlo: es como si Macarena Olona se convierte en fan de La Pasionaria, lo que no sería descartable, o se junta el día de mañana para sumar con Irene Montero. Es decir, que ocurren cosas raras, y que algunos cambian de ideas.
Pasado este preámbulo, añadiré que en el PSOE los políticos evolucionan de modo diversificado. Ahí tenemos a Felipe González. Es probable que el PSOE ya no existiera si no hubiera tenido al sevillano Felipe como faro y guía. Cuando le llamaban Isidoro, el PCE era más fuerte que el PSOE. Al PCE sólo le quedan Yolanda Díaz y pocos más, que se camuflan con Sumar y otros nombres para disimular, como antes de la amnistía de 1977. En esa costumbre no han evolucionado; y en las ideas de los años 30 y las purgas tampoco.
Pero al PSOE se le supone que es guardián de las esencias democráticas. Y que Felipe González es su líder emérito. También se supone que piensa lo mismo que en 1992, cuando la Expo de Sevilla. Y que hoy en día Felipe no es más de derechas que antes, ni más de izquierdas, aunque esto último salta a la vista. Sin embargo, no toda la pandilla de la tortilla evolucionó igual. Por citar: Alfonso Guerra y José Rodríguez de la Borbolla podrían ser hoy del PP de Juanma, aunque no del de Ayuso, a tanto no llegarían. Ellos son de esos socialistas que siguen votando socialista, porque les da apuro dejar de ser socialistas.
Por el contrario, Rafael Escuredo, que en los años 80 era más moderado y andalucista que Alfonso y Pepote, ahora resulta que es más sanchista y más comprensivo con los independentistas catalanes, que se opusieron en su día a que Andalucía siguiera por la vía de la autonomía plena que Rafael defendió. Otros socialistas no son como Zapatero, que sigue zapateando, o Patxi el perplejo, sino como Ramón Jáuregui, Joaquín Almunia y esos a los que consideran de las Senectudes Socialistas. Sin olvidar a Rosa Díez, que fue candidata a liderar el PSOE, y ahora escribe libros donde llama Caudillo a Pedro Sánchez.
La evolución de los políticos asombraría a Darwin si viviera, pues no tiene explicación científica. ¿El cambio era eso?
José Joaquín León