ASOMBRADO estoy con la confusión de estos tiempos perversos. Estupefacto estoy porque muchos que se rasgaron las vestiduras con un cartel de la Semana Santa de Sevilla no hayan protestado por el cambio de sexo de una santa que salió en un paso de la Semana Santa de Sevilla durante 25 años. ¿Y qué me dicen de esos restauradores que encuentran una policromía del del XVII o el XVIII que estaba debajo de tres policromías posteriores? ¿No se han enterado? ¿O se callan porque esa tropelía no ha sido cometida por un imaginero? La granadina que ha perpetrado esa transformación se anuncia como especialista en conservación y restauración de obras de arte. Pues ya ven cómo las conserva y las restaura. Entró en su taller como Magdalena y salió como Juan.

Las imágenes en cuestión son obra de Luis Álvarez Duarte, uno de los mejores imagineros del siglo XX y principios del XXI. Pertenecieron a la Hermandad del Buen Fin, en cuyo paso de misterio salieron entre 1972 y 1997. Desde 1998 ha salido el Cristo solo. Este año veremos nuevas imágenes, porque otra vez saldrá con un misterio. Pero las anteriores de Álvarez Duarte se las vendieron a la cofradía del Rosario del Mar, de Almería. Cuya dolorosa, por cierto, es una de las mejores talladas por Álvarez Duarte. Se podría incluir en su top 10.

Hasta ahí todo es normal. La anormalidad consiste en que esas imágenes representaban a la Magdalena, José de Arimatea, Nicodemus y un soldado romano, para escenificar el momento previo al descendimiento de Cristo de la cruz. Sin embargo, en Almería van a salir junto al Señor de las Penas, que es un cautivo prendido en el huerto de los olivos. Así, los santos varones pasan a ser los apóstoles Pedro y Santiago, al romano lo han dejado perjudicado, y lo peor de todo: Santa María Magdalena ha sido transformada en San Juan.

No es el primer grupo escultórico de Sevilla que se vende a otra ciudad. Por ejemplo, el antiguo misterio de la Sentencia, de la Macarena, conocido como la barbería, salió en Jerez de la Frontera con la Hermandad de la Yedra, pero representa lo mismo y mantiene un valor histórico. Este caso es diferente. ¿Cómo es posible que lo hayan permitido las autoridades religiosas de Granada y Almería? ¿Y los que consideran una herejía un cartel, porque no tiene unción sagrada, aunque luego los recogen gratis en el Consejo para venderlos a 40 euros en Wallapop? ¿Ya han apagado el fuego de sus hogueras?

Una santa no es como un romano o un sayón. Merece respeto. Y lo más grave: es una obra artística de un escultor, Luis Álvarez Duarte, que han adulterado y destruido. Una vergüenza, que revela la hipocresía de algunos acusadores.

José Joaquín León