ERA el domingo del Corpus Christi, cuando Dios sale a los barrios de Sevilla. El arzobispo, José Ángel Saiz Meneses, anunció la aprobación de una cofradía de penitencia: la Hermandad de Bondad y Esperanza, con sede en la parroquia de Jesús Obrero, del Polígono Sur, que hasta ahora era una agrupación parroquial. Esa misma noche, casualmente, dos personas murieron y otras resultaron gravemente heridas después de un tiroteo en la rotonda que lleva a la parroquia de Jesús Obrero. Se podría hacer populismo, diciendo que así son nuestros barrios pobres. Y que eso también podría haber ocurrido en Torreblanca o en Palmete, donde hay cofradías de vísperas bien arraigadas; o en Los Pajaritos, donde está la hermandad de la Candelaria, que es sacramental y de gloria, y a donde fue el Señor del Gran Poder. También la Esperanza de Triana irá al Polígono Sur en el otoño de 2025.
No se puede decir que esos barrios estén abandonados de la mano de Dios, ni que la Iglesia sevillana y las hermandades no se preocupen por ellos. Sin la labor social que hacen las entidades religiosas en esos barrios, la situación sería insostenible. Sin embargo, como se ha criticado tantas veces, es triste y lamentable que las inversiones realizadas por la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento de Sevilla en esos barrios pobres, desde hace años, no hayan sido más eficaces para crear mejores condiciones, para elevar el precario nivel de vida y para abrir otros horizontes educativos, laborales y sociales a los vecinos. Eso obliga a actuar mejor, sin politiquerías, con un compromiso de todos.
El tiroteo parece que fue originado por la reyerta de un conflicto familiar entre clanes. Pero allí el mayor problema de fondo es la droga. En el Polígono Sur (y en otros barrios pobres) la droga condiciona. Y, mientras no se acabe con la droga en esos barrios, la situación será dura. Porque favorece la delincuencia y el miedo. Porque crea leyendas urbanas perjudiciales, exagerando la situación. Porque se da un mensaje nefasto a la juventud de esos barrios, que ven cómo se puede ganar dinero sin estudiar ni esforzarse. Y porque sólo se ponen parches, sin entrar de verdad en el origen del mal.
En el Poligono Sur hay muchas personas que viven sus vidas con bondad, y que aún apuran sus últimas esperanzas. Bondad y Esperanza es un título perfecto para una hermandad del Polígono Sur. Es necesario que no nos quedemos sólo en lo folklórico de ver capirotes en las Tres Mil Viviendas, mientras los hijos de Dios malviven sus vidas.
José Joaquín León