TRAS la elección del Papa empezaron los rastreos para mirar con lupa su pasado. En esas se descubrió que había visitado Sevilla en tres ocasiones, dentro de sus contactos con los agustinos, y que estuvo en el colegio de Santa Clara y con las monjas de la Encarnación y las de San Leandro, y que vio al Cachorro, La O, San Isidoro, Montserrat y La Mortaja el Viernes Santo de 2002 en la Puerta de los Palos. Pero también se supo que Robert Francis Prevost había coincidido antes en Trujillo (Perú)) con el padre Eduardo Martín Clemens, actual párroco de Santa Cruz. Don Eduardo fue rector del seminario de Trujillo y nombró jefe de estudios a Prevost, con el que trabajó en tierras peruanas. Esta coincidencia se puede ver como anecdótica. Sin embargo, hay que fijarse en otra cuestión: en la vida ejemplar de este sacerdote sevillano, que como el nuevo Papa también tiene espíritu misionero.

No se estaría escribiendo ahora del padre Martín Clemens si no se hubiera dado esa coincidencia con el papa León XIV durante la estancia de ambos en Perú. También es casualidad (¿o no?) que el nombramiento de León XIV haya coincidido con las bodas de oro sacerdotales de don Eduardo. Nació en Morón de la Frontera hace 74 años. Ahora es párroco de Santa Cruz, que además de ser el barrio de los guiris y los turistas, tiene una feligresía céntrica, considerada de clases altas y medias, en la que los párrocos suelen ser venerables sacerdotes que antes han tenido una trayectoria destacable. En la biografía del padre Martín Clemens aparece que ejerció el sacerdocio en pueblos de la Sierra de Cádiz, como Zahara de la Sierra y El Gastor. Ya en Sevilla, fue vicerrector del Seminario. Pero en 1992 se marchó a Perú, porque tenía vocación misionera, y allí coincidió con el entonces sacerdote agustino Robert Francis Prevost Martínez.

El padre Eduardo Martín Clemens regresó a Sevilla. Aquí ha sido párroco de la O, canónigo de la Catedral, vicario de Santa Cruz y párroco tras la jubilación de don Pedro Ybarra. Ha sido (y es) gran predicador de cultos de hermandades. Y ha ejercido otros cargos, entre ellos el de delegado diocesano de Misiones. Ese talante misionero le ha llevado a volver a Perú en vacaciones… Y tratar de explicárselo a sus feligreses.

La lógica del misionero no está al alcance de todos. El padre Martín Clemens tiene claro que el compromiso debe ser con Cristo, y que no debemos caer en errores que nos alejen de Dios. Los misioneros buscan la verdad en el prójimo. Martín Clemens no llegó a obispo (y no por falta de méritos), aunque Prevost, del que fue rector, llegó a Papa. Entonces fue su jefe, pero el verdadero Jefe es Dios. Sólo hay uno cuando existe la fe.

José Joaquín León