SORPRENDE la proliferación de incendios en el auditorio Rocío Jurado, sito en la isla de la Cartuja. Entre el legado que le quedó a Sevilla, tras la Expo 92, en la mencionada isla, además del parque tecnológico y esas maravillas de la ciencia, la innovación y la tecnología, está el auditorio que le fue dedicado a Rocío Jurado. Hay otros edificios de valía. Empezando por el antiguo monasterio que le dio nombre. Durante la Expo 92, ese auditorio fue unos de los mejores recintos al aire libre. Fue inaugurado en 1991 con un recital de Rocío Jurado y se utilizó para espectáculos, como Azabache, que han quedado en el recuerdo.

La proliferación de incendios en el auditorio y su entorno cartujano, así como el modus operandi, con varios puntos de inicio, llevan a deducir que esos siniestros son provocados. No hace falta ser el inspector Clouseau para llegar a tal conclusión. El alcalde, José Luis Sanz, después del incendio del martes, dijo que no sabe qué motivos hay para intentar la destrucción del auditorio. Pues no parece que sea sólo un capricho de pirómanos locos. Y está claro que la mano del hombre no ha intervenido al azar o por accidente.

A la ciudadanía le extraña que estos incendios se hayan cometido con tanta impunidad. En la isla de La Cartuja se ubican 574 empresas del Sevilla Tech Park, espacios artísticos, un estadio donde juega el Betis esta temporada, existe una relativa vigilancia, se cierra el recinto por las noches en algunos puntos... En fin que no debería ser como los bosques de Galicia, reserva natural para la piromanía. Aparte de las circunstancias concretas que hayan motivado los incendios, es obvio que ha fallado la vigilancia y la prevención.

Y por ahí también entran dudas. Sin caer en alarmas sociales, vemos que hay una tremenda desprotección contra los incendios provocados por pirómanos. Si eso sucede, con tanta frecuencia, en la isla de la Cartuja, ¿qué puede pasar en el campo o en el bosque? Después dirán que la culpa es del presidente de la comunidad autónoma, porque no lo limpiaron en invierno. Pero la culpa es de los que encienden el fuego, a sabiendas de lo que hacen.

No sabemos cuántos incendios resistirán los restos del auditorio Rocío Jurado. Parece que lo hubieran reconvertido en una falla valenciana. Para la ciudad de Sevilla es bochornoso.

José Joaquín León