HABÍA expectación por conocer lo que decidía la sección de Penitencia del Consejo de Cofradías, que se reunió en la tarde del lunes, 11 de septiembre, mientras en Barcelona se celebraba la Diada de Cataluña. Al más puro estilo de Rajoy, el Consejo que preside Joaquín Sainz de la Maza optó por dejarlo correr un poco más. Han solicitado algunos informes adicionales, aunque no al Tribunal Constitucional, claro, sino a expertos en la materia. Una vez que se pronuncien los especialistas, reunirán a los hermanos mayores del Martes Santo para comunicarles la decisión.

Puede que esa reunión se convoque unos días después del 1 de octubre, ya que las cosas de Palacio deben ir despacio. En este caso, como en el otro, se plantea un conflicto entre la parte y el todo. Es decir, que la gente se fija en la curiosidad de recorrer la carrera oficial al revés, para empezar en la Catedral y terminar en la Campana. Sin embargo, la decisión que adopten creará un precedente. Es un caso que guarda ciertas similitudes (sin ser lo mismo, evidentemente) con el de Cataluña, pues al fin y al cabo lo que está en juego es el derecho de autodeterminación del Martes Santo.

Con esto no quiero decir que el delegado de día, Juan José Morillas, sea como un Puigdemont de las cofradías (¡Dios nos libre!), ni que las hermandades del Martes Santo se vayan a quedar fuera del euro de las subvenciones, ni que asuman la responsabilidad de cargarse una historia en común. Sin embargo, si permiten lo que han decidido los del Martes, sin contar con los demás, la Semana Santa se puede romper. A partir de entonces, también se podrían autodeterminar los hermanos mayores del Domingo de Ramos y demás días, hasta llegar al Sábado Santo y Domingo de Resurrección. Cada cual con su ocurrencia, pues si están de acuerdo los de un día, a ver quién les lleva la contraria. Unos días se podría recorrer la carrera oficial al derecho, otros al revés, y algunos no pasar. Sería un disparate.

Parecería más lógico que se vote en la asamblea plenaria de todos si es conveniente cambiar la constitución de la carrera oficial. Si cada día decide lo suyo, en plan independiente, el Consejo servirá para poco, o para nada. Aún se recuerdan aquellos tiempos no tan lejanos, cuando era vicario general don Antonio Domínguez Valverde. Llegaba al Cabildo de Toma de Horas y firmaba lo que le pusieran por delante. Siempre hubo quejas.

José Joaquín León