EN el desayuno informativo de ayer, nos dijo Juan Espadas que hay demasiado pesimismo en Sevilla. El alcalde se puso en modo Van Gaal para sugerir que nos iría mejor si fuéramos positivos, siempre positivos. Tiene razón el alcalde en lo del pesimismo de la gente, pero eso no sólo ocurre en Sevilla, sino en toda Andalucía. Y no es exactamente pesimismo, sino ganas de fastidiar, negatividad, mala leche… A todo le buscan un pero: “Muy buenas las cifras del paro, pero….”. Pero no se las cree nadie. Y lo mismo ha pasado cuando se celebraba que Sevilla es el destino mundial preferido de 2018 para Lonely Planet. Aparte de las críticas al pintoresco acto, hay mucho más.

A mí mismo me han enviado todo tipo de sugerencias al respecto. “¿Por qué se alegran?”, me decían. La guía tiene tradicional fama de ser la preferida de los mochileros y el turismo barato. Justo lo contrario que esos chinos de gasto rumboso que son bienvenidos en Sevilla. Esa es otra incógnita. ¿Por qué la extrema izquierda ya no defiende al comunismo chino, como en los tiempos de Mao? Será porque han visto que Shanghai se parece a Nueva York. La Torre de Pelli sería como un chalé de Aníbal González en el Bund.

Seguimos con el pesimismo. Volviendo a la guía, se ha apuntado que entre las imágenes promocionales de Sevilla, se les ha colado la Catedral de Jerez y la Real Escuela de Arte Ecuestre. Sólo ha faltado que incluyeran las bodegas de González Byass como si fuera Casa Morales.

No obstante, lo peor no ha sido eso. ¿Se han fijado en las compañeras de viaje que le pone Lonely Planet a Sevilla? En el elenco de esas ciudades no figuran Roma, París, Londres, Praga, Viena y lugares de semejante porte. Por el contrario, la ciudad que ha quedado segunda es Detroit, que tiene el índice de criminalidad más alto de EEUU y ha sufrido una crisis industrial morrocotuda. La tercera es Canberra, la capital de Australia, que empezó a ser construida con un diseño planificado en 1913. En cuarto lugar aparece Hamburgo, a la que pocos considerarían la ciudad más bonita de Alemania. Y en quinto se quedó Kaohsiung, en Taiwan, un lugar que no se suele incluir en un viaje de dos semanas a China.

Así que este éxito turístico, gracias a la guía de marras (que curiosamente se ampara en el Año de Murillo, según dicen), sería para abrir una fábrica de pesimistas. ¡Ojú, ojú, ojú! Menos mal que Sevilla ya tenía fama antes de publicarse la guía.

José Joaquín León