AL volver el alcalde, Juan Espadas, del World Travel Market de Londres, con ocho vuelos chárter y otros acuerdos turísticos, ha prometido más autobuses de Tussam al aeropuerto, más taxis, lo que haga falta. La polémica sobre el transporte del aeropuerto de Sevilla se airea cíclicamente. Es un problema grave y antiguo. Es un lastre muy pesado para afrontar un salto de calidad. Según los últimos datos, aumentará hasta un 40% el número de viajeros con los nuevos destinos. Pero Sevilla no está todavía entre los 10 principales aeropuertos de España en número de pasajeros; y en Andalucía es el segundo, a gran distancia de Málaga, que lo cuadruplica.

Los turistas norteamericanos, chinos, japoneses, coreanos, rusos y de por ahí, que tanto gustan al alcalde Espadas, incluso los que lleguen a los foros y encuentros internacionales de turismo previstos en 2018, lo normal es que vengan en avión. Excepto que acudan a Madrid-Barajas y se desplacen después en AVE o por carretera.

Sin embargo, el problema se confunde. Se suele relacionar con la guerra del taxi, incluso con sus pugnas contra Uber y Cabify. Tampoco es bueno el servicio de autobuses al aeropuerto, que no provoca entusiasmos. Faltan taxis y autobuses, vale. Sobre todo en momentos de gran afluencia. Pero lo más lamentable y tercermundista no es eso, sino la incomunicación ferroviaria que sufre Sevilla con su aeropuerto.

Como es habitual, se vendió el oso antes de cazarlo, pero no hay nada. Prometieron que el AVE llegaría al aeropuerto. Prometieron que el Cercanías llegaría al aeropuerto. Prometieron que el tranvía llegaría al aeropuerto. No recuerdo si prometieron que el Metro llegaría al aeropuerto, aunque no importa,nadie lo creería. No llegó nada de eso, ni se espera a corto plazo.

En Madrid, que es una gran ciudad, llega todo. Tienen Metro y Cercanías al aeropuerto, por lo que el problema del taxi es secundario. Sobran alternativas. En Málaga, hay Cercanías al aeropuerto. En Jerez, hay Cercanías al aeropuerto desde Cádiz y otros municipios de la Bahía. En cualquier aeropuerto, que no sea de andar por casa, hay unos servicios mínimos de transporte, que incluyen la opción ferroviaria. Por supuesto, en los europeos de mayor capacidad también cuentan con metros.

Mientras no resuelvan el gran problema del aeropuerto, las demás medidas serán remiendos. No estarán a la altura que necesita el turismo de Sevilla.

José Joaquín León