LOS sevillanos en Madrid siempre han existido. Desde siglos antes de que Gregorio Serrano dijera que Sevilla es “una ciudad maravillosa donde hay Internet”. Bueno, también pudo decir que sería oportuno trasladar la sede social de la Dirección General de Tráfico a Sevilla. O el Ministerio del Interior completo a la antigua Comisaría de la Gavidia y sus edificios aledaños, ¡ay, pillín!, con lo que le hubiera gustado eso a Zoido en sus tiempos de alcalde. Pero los sevillanos en Madrid existen tradicionalmente, como le pasó a Diego Velázquez, aquel pintor sevillano que se fue a Madrid, mientras que Murillo se quedaba, y ahora tiene el premio del año dedicado.

Normalmente, el que se va sigue siendo sevillano, pero menos. Todo el mundo considera más sevillano al que se queda. Murillo es más sevillano que Velázquez, siendo este el número 1 de la pintura. Luis Cernuda se salva porque escribió Ocnos, pero también se piró a Madrid, antes de la guerra y el exilio forzoso. En cambio, a Vicente Aleixandre, otro del 27, nadie lo considera propiamente sevillano (ni siquiera después del Premio Nobel), porque nació aquí, pero se fue a Málaga en su infancia y después se afincó en Madrid, en el llamado exilio interior, del que mucho se podría escribir, pero no viene a cuento. Así que los poetas más sevillanos son los que se quedaron, para su desgracia literaria.

Los Sevillanos en Madrid intentaron el más difícil todavía en los años de la posguerra. Crearon una especie de lobby, que presidió José María del Rey Caballero, del que salieron incluso pregoneros de la Semana Santa. En Sevilla, se le agradecía a Florentino Pérez Embid todo lo que hacía como director general de Bellas Artes. Era como un Gregorio Serrano, pero sin Internet.

La sevillanía llegó a su cima cuando Felipe González y Alfonso Guerra mandaron en el Gobierno de Madrid. Consiguieron que muchos madrileños odiaran a Sevilla, a excepción de la Feria y los viajes en AVE para trincar. Más recientemente, algunos de Madrid incluso han redescubierto a Chaves Nogales, que ya estaba descubierto, y publicado por Abelardo Linares en Renacimiento, una editorial sevillana de Sevilla.

El otro día se publicó en este Diario que el 18% de los sevillanos que emigraron en la primera mitad de 2017 se fueron a Madrid, precisamente. Hay gente que no aprovecha las ventajas de Internet y se comporta como en los tiempos de Velázquez. Y no todos vuelven, que es lo peor.

Jose Joaquín León