SIN lugar a dudas, Sevilla es una de las ciudades más corbateras de España. Tan sólo Madrid, capital de la burocracia, le podría disputar la primacía, pero allí se la ponen por obligación, mientras que aquí es por devoción. En una función principal, la corbata resulta imprescindible para el hermano. Este es uno de los motivos de la sevillanía de la corbata: se usa para la Semana Santa y la Feria. Tiene, pues, un componente de fiesta, no sólo de obligación laboral. En Sevilla no se ha bajado la guardia del nomadejado ni del nudo. Por eso fue un error de asesoramiento que Pedro Sánchez, en su visita de ayer para el Foro Joly, apareciera con chaqueta, pero descorbatado, al modo del político casual de finde. Señor Sánchez: era un acto solemne, que requería un puntito más en el ceremonial.

Se suele considerar que la corbata ayuda a vender algo, aunque sean las ideas. Los empleados de El Corte Inglés no despachan en vaqueros ni en pijama. No hace falta ser señorito ni directivo de banco para usar esta prenda. En la política de los primeros años de la Transición, Adolfo Suárez siempre iba impecable, como si nos fuera a colocar un seguro de hogar en vez del voto a UCD. A Felipe González le dio por la pana, pero ahora Pedro Sánchez lo incluye entre “mis mayores”, y lo dijo así, como si estuviera chocheando. En el PSOE nunca hubo excesivos problemas de conciencia con la corbata. Juan Espadas y Juan Carlos Cabrera la utilizan con frecuencia, sobre todo para los actos que no sean de excursión a la periferia.

En el PP, para darse un toque progresista, apostaron por el estilo casual los fines de semana, en plan campero fino. A Zoido no le sienta bien el look de ir en vaqueros, que se le ve algo forzado. Como en el PP se descontextualizó la corbata, en el PSOE no iban a ser menos; y así ha caído Pedro, que en sus primeros tiempos la utilizaba casi a diario y ahora no se la pone ni para las audiencias del Rey. Es verdad que no se ha dejado coleta, aunque nunca se sabe.

Lo malo es que la moda informal se extienda. En el PSOE de Andalucía, Chiqui Jiménez Barrios suele ir de protocolo, mientras que Juan Cornejo está más en el estilo aflamencado de Camarón de la Isla, pero sin guitarrista, y Mario Jiménez apunta a gótico sin atreverse del todo. Cada cual cubre su espectro, que es amplio.

Valoremos la sevillanía de la corbata (formal, pero alegre), y que no se pierda el nudo como patrimonio de la ciudad.

José Joaquín León