LA historia del dragado en profundidad del río Guadalquivir es parecida a la del canal Sevilla-Bonanza, sobre la que tanto escribió Nicolás Salas en otros tiempos. Un espejismo, o un sueño del que algún día despertarán. El dragado del río, con el calado que pretende el Puerto de Sevilla, es imposible, porque jamás será autorizado. Esto se sabe desde los tiempos en que Miguel Arias Cañete eras ministro. En la Junta de Andalucía tampoco lo han apoyado nunca abiertamente. Ni el PP ni el PSOE lo han rechazado con rotundidad, hasta ahora, porque en Sevilla hay gente del PP y del PSOE apoyando el dragado, para complacer a las fuerzas vivas portuarias, a sabiendas de que no hay nada que hacer. Pero queda bonito de cara a la galería.

Mientras España pertenezca a la Unión Europea, el dragado del río Guadalquivir es imposible. Y lo demás está de más, como cantaba Mecano. Entre Doñana o el dragado, en Europa siempre elegirán Doñana. Combinar lo uno con lo otro no es sencillo, porque todo lo que se toque puede tener repercusión. En las cuestiones medioambientales se necesita más mentalidad de futuro (como en el cambio climático) y entender que el pan de hoy puede ser el hambre para mañana.

El dragado tiene, además, una oposición social innegable. No sólo de ecologistas, sino de los pueblos ribereños del Guadalquivir, que se consideran perjudicados. Para que vean como estaba realmente el asunto, yo he preguntado a personas cualificadas de la Autoridad Portuaria de Cádiz si el dragado no les perjudicaría, en caso de llevarse a cabo. Y me dijeron que no les preocupa, porque saben desde el principio que no se llevará adelante.

Quienes lo defienden en Sevilla también lo saben. Están insistiendo para nada. Es una pena porque el Puerto sevillano tiene un buen funcionamiento y oportunidades. Por otra parte, yo no entiendo que los puertos de Algeciras, Cádiz, Huelva y Sevilla no estén mejor coordinados, para complementarse y buscar sinergias, en vez de hacerse la puñeta entre ellos, como intentan siempre que pueden. Y después van contando que no se hacen competencia desleal. Más raro resulta porque todos los presidentes de esos puertos han sido puestos ahí por el PSOE.

En el Mayo del 68 pedían lo imposible, pero en el Puerto de Sevilla deben ser más realistas con el dragado. Insistir en un error sólo sirve para perder el tiempo.

José Joaquín León