LOS taxistas volverán a protestar esta mañana en Sevilla. Como ya ocurrió el Viernes de Dolores, lo hacen en un día señalaíto, que es de los más peliagudos para circular. Coincide con las vísperas de la Feria, con miles de entradas y salidas de vehículos. El recorrido elegido para manifestarse (que lleva desde Santa Justa hasta el Ayuntamiento) incluye la Ronda histórica y el Paseo de Colón, lo que es suficiente para cargarse el tráfico urbano. Y, además, el transporte público (que depende en buena medida de los taxis) se resiente gravemente. Puede que el jaleo sólo dure unas horas, pero el conflicto muestra ribetes de eternidad.

Los taxistas culpan al Ayuntamiento. La responsabilidad pasa por Movilidad, que depende de Juan Carlos Cabrera, presente en casi todos los asuntos sonados. Las reivindicaciones vienen de antiguo, aunque algunas van cambiando. Por ejemplo la app pública, que antes no la querían. Y puede ser que ahora tampoco la quieran todos. Uno de los problemas de los taxistas es que todos no piensan lo mismo. Se unen ante el enemigo común, que son las empresas de VTC como Uber y Cabify. Pero entre ellos tampoco están siempre de acuerdo. Eso complica las decisiones.

Unas reivindicaciones son más justas que otras. El sistema de turnos, que obligó a tener en funcionamiento casi 170 taxis más al día, puede que les perjudique, pero beneficia a los usuarios. Al ser un servicio al público ese matiz es importante. Si sólo hubiera 40 taxis circulando en Sevilla (por decir una cifra ridícula) esos taxistas se forrarían y estarían contentísimos, pero el servicio sería impresentable.

Tienen razón en que existe una tendencia a criticarlos como los malos de esta película. Hay matices. No se les puede asociar gremialmente con los peores episodios ocurridos. Y, por eso, son ellos mismos los primeros que se deben empeñar en una imagen más moderna, más servicial, más práctica y menos conflictiva. Para eso es muy importante que resuelvan los trapos sucios entre ellos. Y que tengan muy clara la importancia del cliente, aunque sea extranjero y no conozca Sevilla.

Aparte de las molestias de una mañana de protesta, el taxi es más importante en Sevilla que en otras grandes ciudades. La falta de transportes más eficaces (pensemos en lo que sería un Metro a Santa Justa y el aeropuerto) les hace imprescindibles para muchos trayectos. Pero eso no se debe convertir en un problema irresoluble.

José Joaquín León