PARA acabar con las despedidas de solteros y de solteras existe un remedio infalible: decir que son machistas. Hay que explicar a los jóvenes que están en un error de planteamiento, fomentando roles atávicos y degenerados que han heredado de los hombres primitivos. Pues si lo analizamos sin prejuicios machistas, veremos claramente que las despedidas de solteros no son feministas, y las de solteras todavía menos. Así que yo no entiendo a esas muchachas que son de la vanguardia morada, pero después se pasean con un pene hinchable en la mano. Además de que molestan y favorecen la solterofobia y la solterafobia que se está instalando en Sevilla, ciudad que acoge bien a todo el mundo, y mejor si llega con la cartera repleta de euros.

Fíjense en las despedidas de solteros. Un grupo de individuos patosos, que salen en plan manada (dicho sea sin comparaciones odiosas), dispuestos a emborracharse, y a participar en espectáculos degenerados que cosifican a la mujer, cuando no en jolgorios peores vinculados con los proxenetas, en los casos más fuertes. En tiempos aún más machistas que los actuales estas despedidas se consideraban una canita al aire, que echaba el varón en casas de lenocinio (nombre que usaban para disimular). Así que los orígenes no pueden ser más machistas ni más bordes.

Fíjense ahora en las despedidas de solteras. Se pusieron de moda para escenificar la liberación de la mujer. Eran una herencia del 68 (¿o sería del 69?),  cuando arrojaban los sujetadores como si oprimieran. Entonces ellas empezaron a hacer lo mismo que ellos: emborracharse, ir a espectáculos de striptease, carantoñas con gigolós y boys paquetudos… Una vergüenza machista, siguiendo los roles de la cultura patriarcal, exaltando la supremacía del órgano viril, obligando a las incautas novias a exhibirlo con aparatos de vibración o de plástico, como si fuera un trofeo. Todo a mayor gloria del macho rampante.

En esos desmadres han participado incluso profesionales cualificados y cualificadas, sumados a la paranoia imperante, disfrazados para la ocasión, con una euforia impostada. Cada cual puede hacer las tonterías que se les ocurra, siempre que no molesten a los demás. Es verdad que existe una pequeña industria local de las despedidas de solteros y solteras, incluso con cruceros por el río, y locales especializados, y todo eso. Pero ha llegado el momento de poner las cosas claras.

José Joaquín León