LA historia del dragado en profundidad del río Guadalquivir es parecida a la del canal Sevilla-Bonanza, sobre la que tanto escribió Nicolás Salas en otros tiempos. Un espejismo, o un sueño del que algún día despertarán. El dragado del río, con el calado que pretende el Puerto de Sevilla, es imposible, porque jamás será autorizado. Esto se sabe desde los tiempos en que Miguel Arias Cañete eras ministro. En la Junta de Andalucía tampoco lo han apoyado nunca abiertamente. Ni el PP ni el PSOE lo han rechazado con rotundidad, hasta ahora, porque en Sevilla hay gente del PP y del PSOE apoyando el dragado, para complacer a las fuerzas vivas portuarias, a sabiendas de que no hay nada que hacer. Pero queda bonito de cara a la galería.

A veces se dice que si las cofradías no existieran habría que inventarlas. Algo parecido le he oído al arzobispo Asenjo, al que empezaron criticándolo por poco cofrade, aunque después de la salida extraordinaria del Gran Poder ya no. Pero no es sólo en la pastoral religiosa donde es una suerte para Sevilla que existan las cofradías, sino también en el mundo civil. Por ejemplo, en el caso de los Baños de la Reina Mora. Si la Reina Mora no se va a quedar sin los baños es gracias a una cofradía, la de Vera Cruz, que realizará la restauración por fases. Y, como pasa siempre, ha sido tras una discusión política.

HA llamado la atención el traslado de sevillanos a Madrid que está haciendo Zoido, pero esto no es nuevo. Tener sevillanos en Madrid siempre ha sido una gran aspiración local. En apariencia un poco catetorra, pues a esos sevillanos de la Corte se les suponen ciertas dotes para influir a favor. Algo así como un lobby del paisanaje. Esto ya funcionaba en el franquismo, donde no voy a incidir. Pero alcanzó unos momentos insuperables en la democracia, a partir de 1982, cuando estaban Felipe González como presidente del Gobierno y Alfonso Guerra como vicepresidente. Dos sevillanos al mando de la nación.

HA sido raro que nadie proponga el nombramiento del 6 de noviembre como Día Mundial del Turismo Cofrade. Ese día se clausuró la Muestra de Semana Santa y Turismo Religioso de la provincia de Sevilla, que organizó la Diputación. Pero ese día pasará a la historia como el del regreso del Señor del Gran Poder, desde la Catedral a su basílica, ante más de 200.000 personas, en la procesión más multitudinaria que se ha visto en Sevilla en las últimas décadas. Por supuesto, que no se organizó para hacer turismo, sino para acompañar al Señor en el Año de la Misericordia. Y atrajo a miles de devotos.

LA tarde inolvidable en que el Señor del Gran Poder fue a la Catedral (por un itinerario insólito, con revirás en silencios que dolían) se dio la casualidad de que Juan Ignacio Zoido fue nombrado ministro de Interior. El Gran Poder de Dios en Sevilla coincidió con los pequeños poderes terrenales. Y no es que fuera un milagro. Aunque algunos ya habían dado a Zoido por liquidado, políticamente hablando, por no haber mantenido los 20 concejales que le otorgaron la Alcaldía (y eso puede que sí fuera un milagro en 2011). Algunos de sus compañeros del PP sevillano le estaban moviendo el sillón, a ver si le daban una patada por elevación y acababa en Madrid.