PRIMERA victoria lejos de Carranza, con tres puntos que eran muy necesarios. Por fin tuvo el Cádiz un domingo con suerte lejos de Carranza. Que esta victoria agónica se consiguiera en Lugo (ante un rival que nos privó de un ascenso, en 2012, de aquella manera) aporta un matiz vengador con retraso. El Cádiz se pareció al de los partidos de fuera en la fase de ascenso: defensa numantina, sacrificio y cazar algún contragolpe. Hubo varios factores que se aliaron a favor. Y no faltó la flor del entrenador Álvaro Cervera, que no es una rosa, ni un clavel, ni se sabe lo que es. Sin trenzar apenas jugadas coherentes, el Cádiz tuvo hasta cinco ocasiones de gol bastante claras. Pero si el Lugo no ganó fue porque el portero Alberto Cifuentes hizo su mejor partido de esta temporada.

SE está viendo muy claro: con estos planteamientos el Cádiz volverá a Segunda B. No se puede regalar un partido como el de ayer, frente a otro recién ascendido. La plantilla del UCAM de Murcia no es mejor que la del Cádiz, pero en la segunda parte los murcianos fueron superiores, favorecidos por un Cádiz fundido, que sólo jugó a pelotazos. Para colmo, cuando ya habían pasado los tres minutos de alargue que dio el colegiado, en la última jugada, la defensa y el portero regalaron el empate. Con 2-0 antes del cuarto de hora no supieron ganar.

CONSIGUIÓ el Cádiz un punto en Tenerife, cuando se desembarazó del miedo con el que había jugado toda la segunda parte. Miedo porque estaba con un futbolista menos, tras la rigurosa expulsión de Ortuño. Al final, hasta pudo ganar, como pudo perder, en esos últimos minutos enloquecido. Hubiera sido lastimoso volver de vacío de Tenerife, ante un rival que mostró carencias y que dejó jugar. Este Cádiz también volvió a exponer sus defectos, hasta que al final se liberó de los complejos.