EN Cádiz no sorprende nada, por lo que parece normal que el PSOE ejerza una oposición a su manera, que en unos casos sirve para ayudar a Podemos y a su alcalde, José María González, mientras que en otros contribuye a hundir a los concejales que no les gustan. Lo hemos vuelto a ver con la destitución de Ana Camelo en la Fundación Municipal de la Mujer. El funcionamiento era desastroso, y tenía deméritos acumulados desde el primer momento en que se le vio el sectarismo. Pero no se entiende que se le aplique a unos sí y a otros no, ni que siempre se esquive al principal, que es el alcalde, como responsable del mal funcionamiento general.

ES preferible tener un festival de música de primer nivel que dos de medio pelo. En el supuesto caso, claro está, de que interese apostar por el turismo cultural en Cádiz. También se puede apostar por culturizar a los gaditanos, como procuró Fernando Quiñones en los primeros tiempos fundacionales de Alcances, cuando su intencionalidad era que el cine, el teatro, la música, la pintura o la literatura de vanguardia (que entonces no llegaban a la ciudad ni por equivocación), pudieran tener cierto eco. Así que lo primero es decidir qué es lo queremos: ¿música de primer nivel?, ¿teatro de primer nivel?, ¿cine de primer nivel?

CON la polémica por el nombre del estadio Carranza se ha visto que estamos gobernados por unos catetos históricos. Martín Vila es joven todavía, y probablemente bienintencionado, pero se deja llevar por unas corrientes y mareas revanchistas que confunden y hacen patinar. A estas alturas, la Guerra Civil de 1936 (iniciada hace más de 80 años) ha dejado de ser un problema en Cádiz, ciudad que tiene otras necesidades mucho más importantes, para las que este equipo que gobierna ya ha demostrado con creces su incapacidad. Distraer a la gente con estas cuestiones se les volverá en contra. Y, probablemente, les pasará factura.

A las tres estrellas de Michelín que ha conseguido el restaurante Aponiente, de Ángel León, hay que darle la importancia que tienen: mucha. Este restaurante de El Puerto de Santa María es el primero (y único por ahora) que las consigue en Andalucía. Aunque para comentar los detalles gastronómicos ya tenemos a Pepe Monforte (que lo mismo entiende de las sutilezas del Chef del Mar que de las mejores ventas para desayunar tostás con manteca colorá y otras cosas de engordar), este es un fenómeno que sobrepasa los límites estrechos de la cocina, y entra de lleno por la puerta grande del Turismo (con mayúscula) de Calidad.

CIERTOS inventos yanquis se adoptan. Entre ellos, destaca el Black Friday. Un viernes negro, que es una maravilla, pues sirve para blanquear las cuentas en un mes en el que se compra poco y no se vende ni una escoba para la limpieza remunicipal. Se puso de moda, poco a poco, pero ya es como unas rebaja a lo bestia, en un finde, aunque otros van a lo cómodo y compran on line, por Amazon, en vez de ir a Eutimio, o Tinoco, o donde sea. Con el Black Friday, los comercios pueden soltar género. Por eso, creo que en Cádiz también lo deberían practicar el Ayuntamiento y la Junta de Andalucía, que tienen género más duro de vender que una manta de Grazalema en el mes de julio.