EN Cádiz gusta mucho cambiar por cambiar. A mi modo de ver es una influencia evidente del Carnaval, donde las agrupaciones cambian de tipo todos los años. En muchos casos también cambian de componentes, de autores, o de lo que haga falta. Algunas quedan irreconocibles. Esto también se olvida: no todos los cambios son a mejor. Véase el Ayuntamiento. Pues este afán por las modificaciones ha salpicado al mundo de las cofradías desde hace algún tiempo. Y no se trata de que permanezcan inmóviles. Tan sólo entender que son instituciones con siglos de historia, con fidelidad a unos principios, y que deben ser precavidas en las formas. Simplemente para no equivocarse.

UNA de las fiestas en que más se ha notado el cambio (a peor) ha sido en la Cabalgata de los Reyes Magos de Cádiz. Y tiene mandanga, porque el listón no estaba alto. Al PP se le había criticado que era muy mejorable. Todavía se recuerda la bronca que montó Teófila aquel último año, cuando para colmo falló la megafonía en el balcón del Ayuntamiento. Se decía también que hubo un antes y un después de Carmen Pastrana. Pero lo que se está viendo ahora es horrible. María Romay ha anunciado que la Cabalgata saldrá un año por el casco antiguo y otro por la Avenida. Será una Cabalgata de Reyes Magos bienal: un año le toca a Intramuros y el siguiente a Extramuros.

UNA nutrida concentración de personas prestaba colorido a la mañana del domingo en los alrededores del Palacio de Congresos. Evidente expectación. ¿Otra Cumbre Iberoamericana, como en el 2012, pero con Maduro quizá? ¿Una visita sorpresa de Puigdemont? No, el sorteo del COAC, el concurso del Carnaval de 2018. Y lo presentó el rey Melchor, digo Enrique Miranda. El honor de abrir el COAC le corresponderá a ‘La sonrisa de Dios’ (una comparsa sevillana de Alvarado). A continuación, la chirigota ‘La familia Verdugo’. El primer día, que será el martes 9 de enero, no cantará ningún coro. Y el segundo, tampoco. Los demás, sí.

TOQUEMOS madera, porque noviembre, el mes de los Difuntos, se ha embalado. Ayer se conoció otra triste noticia: el fallecimiento de la Uchi. Si María del Carmen Gutiérrez Carrera hubiera vivido en Mondoñedo, en Irún, o en Palamós, su vida y su muerte sólo hubieran interesado a su familia y personas más allegadas. Sin embargo, la Uchi era gaditana, del barrio de La Viña, y la conocía casi todo el mundo en Cádiz. No era un personaje político, ni de relevante notoriedad en la ciudad, pero se le tenía aprecio, y cariño, con esa ternura que unas personas despiertan y otras no. Ella sí. En otra ciudad no se entendería que el alcalde, al que llaman Kichi, diga que “la ciudad está de luto” por la muerte de la Uchi. Pero, en Cádiz, sí.

EL fallecimiento de María de la O Jiménez es una noticia triste, que nos hace pensar en su esfuerzo para luchar contra el cáncer que padeció, pero también en su capacidad para volver a ser ella misma en las dificultades. Después de haber alcanzado una cuota alta de protagonismo en la política gaditana, supo cambiar su vida en la adversidad, regresar a su Sevilla natal, asumir otras funciones y no mirar atrás, hacia lo que había sido su mundo durante una década. Para el PSOE gaditano ya lo había dado todo: acudió al sacrificio en unas circunstancias muy adversas. Algunos pensaron que había sido una decisión equivocada del partido, por quemarla para nada, pero en ese momento fue la apuesta que les pareció más oportuna para pelear en inferioridad contra Teófila.