SEGÚN el balance presentado ayer, en España ya hay más de 20.000 muertos por el coronavirus. No sé si el impacto es más fuerte con números o con letras (más de veinte mil). En concreto, son 20.043. Algunos desalmados lo pueden considerar como un número para el sorteo de Navidad (ya lo dijo una presentadora de televisión: parece un número de la lotería), pero detrás hay personas, hay familias, hay ataúdes, hay muertos... ¿Cuánto espacio se necesitaría para desplegar 20.043 ataúdes? Y, además, que son muchos más, como se sabe. Hasta Fernando Simón, esa eminencia, ha reconocido que están ajustando el modo de contar los muertos. Por aquello de las diferencias entre los que se mueren en sus casas, residencias o los hospitales. Pero se mueren. RIP.

EN España tenemos un problema gravísimo para salir de la crisis del coronavirus. El Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias es incapaz y la oposición sólo intenta aprovecharse. Pactar o no pactar es indiferente. No se trata de pactar, sino de acertar. Pueden pactar y equivocarse juntos. España es uno de los países donde peor se ha gestionado esta crisis. Y no porque sean socialistas y podemitas, sino porque no tienen nivel para gobernar, ni buenos asesores que los respalden. No es un problema de ideología, sino de capacidad. Los cinco líderes de la nueva política sólo piensan en los votos. Ahora, con la ayuda de sus gurús, Sánchez intenta construir un falso relato: el Gobierno lo está haciendo bien. Recuerdan que es una pandemia global y que afecta a todos.

AL llegar el Domingo de Ramos se siente, en toda su crudeza, el alcance de la pandemia del coronavirus. Andalucía es la comunidad más castigada de España en lo económico. A pesar de que en lo sanitario, dentro de lo malo, está saliendo mejor que otras. Según los datos de ayer, es la séptima comunidad en número de muertos, 426 personas (en España ya son 11.744 fallecidos), aunque es la que tiene más habitantes. La incidencia del coronavirus es mucho menor que en Madrid, Cataluña o las dos Castillas, donde se acumulan la gran mayoría de los casos. El mayor foco andaluz está en la provincia de Málaga, aunque es curioso que la menor incidencia se da en otras tres provincias costeras: Cádiz, Almería y Huelva.

UN sector de la oposición (y de la no oposición) está pidiendo medidas más drásticas al Gobierno. En estos momentos, con 832 muertos al día, haría falta que rodara alguna cabeza (políticamente hablando), y la de Salvador Illa tiene muchas papeletas en la rifa. Se sabe que las cabezas apaciguan a las masas, y salvan a los verdaderos responsables muchas veces. Es lo que sucede en los clubes de fútbol. Echan al entrenador, cuando llegan los malos resultados, y así salvan la cabeza del presidente o del director deportivo, que a veces son tan culpables como el entrenador. El ministro Illa no es el entrenador, pero sí la cabeza que tienen a mano.

UNO de los motivos por los que el coronavirus se extendió por Wuhan y la provincia o región de Hubei fue la imposibilidad de atender todos los casos. Decenas de personas morían cada día por falta de atención médica, ante la incapacidad para asistir a tantos pacientes en los hospitales. Tras los graves errores y la falta de previsión, las autoridades chinas asumieron las necesidades de los médicos. Construyeron dos hospitales gigantescos casi de la nada, dotaron de material suficiente, cerraron la ciudad de Wuhan y toda la región de Hubei con un cordón sanitario. Aislaron allí a 56 millones de chinos. Los demás residentes en el país, hasta sus 1.300 millones de habitantes, fueron sometidos a rígidas medidas. Se quedaron en casa, pero quienes salían o atendían servicios iban protegidos con mascarillas, guantes y casi plastificados. Se medía la temperatura a todos en edificios y espacios públicos. Las calles eran desinfectadas a diario…