LA asistencia de Pablo Iglesias al Consejo de Ministros de ayer es impresentable. Debió seguir la cuarentena, ya que su pareja, la ministra consorte Irene Montero, está enferma con el coronavirus. Este señor tiene derecho de pernada para todo. Se han burlado de los españoles, a los que están pidiendo sacrificios enormes, que se queden en casa aunque estén sanos, que se arruinen voluntariamente en muchos casos, y otras desgracias así. La salud es lo primero y no parece el mejor momento para las broncas de partidos, pero si Pedro Sánchez y Pablo Iglesias tuvieran un mínimo de dignidad política deberían dimitir en cuanto sea posible. La diferencia de criterios entre el PSOE y UP forzó la asistencia de Iglesias, que se sentó sin mascarilla (como se aprecia en las imágenes difundidas) al lado del presidente.

LAS mujeres han conseguido importantes avances sociales en los últimos años, aunque aún no se ha normalizado la igualdad. Al Día de la Mujer de 2020 llegan en mal momento, por un motivo básico: el feminismo está controlado por los partidos políticos. A ellos no les interesan los derechos de la mujer, sino los votos, y han visto un filón en la manipulación de las reivindicaciones feministas. Si las mujeres no lo remedian, este será el mayor obstáculo que se van a encontrar en los próximos años. El feminismo clásico ya no existe. Ha evolucionado desde Simone de Beauvoir, y encuentra dificultades de identidad para adaptarse al mundo de hoy.

NO se puede afirmar que Juan Manuel Moreno Bonilla sea el Rafael Escuredo del siglo XXI, pero presenta leves similitudes. En el día de Andalucía, cuando se cumplían los 40 años del referéndum del 28-F, el presidente de la Junta pronunció un discurso que ha llamado la atención. Profundizó en algunas de sus intervenciones anteriores, y abogó claramente por “un nuevo andalucismo”, que sea moderno, constitucionalista y a la altura del siglo XXI. Se le vio disfrutando con su discurso, en el que presentó con nitidez su propuesta autónoma y diferenciada, eso que se empezó llamando el modelo andaluz, tras el pacto con Ciudadanos (con Vox en la sombra, no se olvide) y que ahora se denomina el nuevo andalucismo.

UN músico francés, Camille Saint-Saëns, estrenó en 1886 una suite titulada El Carnaval de los animales. Con el tiempo fue muy popular y aún se interpreta con frecuencia. Pero si Saint Saëns hubiera vivido en la España actual, probablemente hubiera compuesto El Carnaval de los políticos, que se adaptaría a lo burlesco. Tenemos un Gobierno que se disfraza casi todos los días, y juega a vestirse de poder o de oposición, según el momento. Pablo Iglesias es de los que mejor se disfraza: anima a los agricultores a manifestarse y presionar, cuando una gran parte de sus problemas dependen precisamente del Gobierno.

A Pedro Sánchez y Pablo Iglesias les ha aparecido un problema con el que no contaban: el mundo rural. Este es un problema territorial, pero no como el de Cataluña (donde también hay mundo rural), sino que se contrapone a lo urbano. En estos días los agricultores se manifiestan, cortan carreteras, protestan y dan por saco, con más énfasis que en otros tiempos, porque están más cabreados. Con esa tendencia a simplificar el mundo que tienen los populistas, le echan la culpa de los precios a los hipermercados, que es una parte del capital. Después parece que Pedro Sánchez se arrepintió, quizá porque hasta él entendió que era una gran parida. Los precios que reciben los agricultores por sus productos están por debajo del coste, y en eso influyen los intermediarios y quienes se aprovechan en la cadena de distribución. Pero eso pasa hasta en los libros, que son como los melocotones, ya que los escritores producen y perciben el 10% (es decir, dos euros de un libro que cuesta 20 euros). Los precios son una parte del problema.