LA fase preliminar del Concurso del Carnaval termina mañana sábado. Han pasado casi tres semanas de actuaciones con pocas sorpresas. Una vez más, se ha visto que no existe un problema de fechas, sino de sentido común. Esta fase es una pérdida de tiempo para las agrupaciones punteras, al no acumular puntos. Ya se sabe que sólo sirve para engordar las taquillas, para darle difusión al concurso en los pueblos de otras provincias, para que agrupaciones modestas puedan presumir ante sus amistades de aquel día de gloria, cuando cantaron junto a la comparsa de Antonio Martínez Ares, Tino Tovar o Juan Carlos Aragón. El día en que saludaron a Ángel Subiela.

LOS vecinos no quieren la Carpa del Carnaval en el muelle, ni en ningún sitio. La evolución de la Carpa merece un análisis pormenorizado, una monografía de la UCA, un congreso en el Palacio, quizás un libro. Es interesante que Antonio Cabrera haya recordado sus orígenes, cuando era gerente de la Fundación Gaditana del Carnaval. Sin Carlos Mariscal y sin Antonio Cabrera, la Carpa no hubiera empezado su trayectoria de generación en degeneración. Las pequeñas historias que allí han sucedido, los escarceos, intentonas y demás, se quedaron en el terreno de juego. Por suerte, no tenemos constancia de denuncias por acoso, aunque las ninfas salían huyendo a veces. Cádiz no es Hollywood. No hay pasarelas para protestar. Las últimas cayeron con el soterramiento, cuando llegó Teófila, después de Carlos Díaz, el alcalde que implantó la Carpa.

El aún reciente fallecimiento de Pepe Scapachini se llevó a la final de los cielos a otro gran componente de cuartetos. Aquel legendario grupo del Peña, el Masa y los hermanos Pepe y Paco Scapachini se consagró como el modelo. Pues aunque otro sector del público, menos purista, era favorable al cuarteto de Rota (al que le faltó continuidad), la realidad era esa: el verdadero cuarteto se debía asemejar a lo que interpretaban el Peña, el Masa y los Scapachini en aquellas agrupaciones legendarias. Entre los principales continuadores de hoy subyacen esas enseñanzas, cada uno con su estilo. A mí me siguen gustando los cuartetos bien rimados, aunque sean a base de Logroño y tal.

HASTA hoy no he escrito nada del coro de Luis Rivero porque allí salen varios amigos y varias amigas, y no era cosa de restarles puntos. Basta que elogien a alguien para que aparezcan los envidiosos. No obstante, me parece que este coro tiene méritos indiscutibles y aporta un estilo propio al Carnaval de Cádiz. Por supuesto, no se lo reconocen públicamente, aunque la realidad es la que es, y sigue siendo así aunque se diga al revés.

CALIFICAR el fallo del jurado del Carnaval como justo o injusto carece de sentido común. Con el actual sistema de puntuaciones no suele haber grandes sorpresas, aunque algunos puestos se deben al azar de un puntito o dos, que es hilar finísimo. Los finalistas del Carnaval de 2017 son previsibles. Si nos preguntan antes de empezar, sólo hay dos infiltrados: la chirigota ‘No te vayas todavía’, del Bizcocho, de San José de la Rinconada, y el coro ‘La reina de la noche’, de los estudiantes que no todos estudian. Se han ganado ese puesto de honor durante el concurso.