TODOS los años, desde el siglo pasado, por estas fechas, publicamos unos sentidos artículos y reportajes sobre la pérdida de habitantes en Cádiz. El gaditano auténtico está en proceso de extinción. Yo lo he escrito varias veces. Incluso dije que Cádiz pertenecería a la España vaciada en el siglo XXII, si continúa ese ritmo de pérdida de habitantes. Eso fue mucho antes de que unos científicos de dudosa fiabilidad pronosticaran que Cádiz se hundirá bajo las aguas en 2050, cuando nos quedaremos sin la playa de Cortadura y sin la Victoria, y sin Santa María del Mar y sin la Caleta. Por lo cual vivir en Cádiz será tristísimo. Si se cumplen los pronósticos de esos agoreros, es muy probable que en 2050 no se pierdan otros mil habitantes, sino todos los que quedarían entonces, que ya serían menos de 100.000 criaturas.

EL 1 de enero de 2020 (o sea, dentro de tres días), la autopista entre Cádiz y Sevilla ya no será de peaje, sino gratis total. Lo mismo sucederá en la AP-7, entre Alicante y Tarragona, que libera gran parte del corredor mediterráneo. En la provincia de Cádiz esto se celebra como si nos hubiera tocado la lotería, pero tiene una repercusión económica y de infraestructuras que se comprobará en los próximos meses. Yo me atrevo a hacer una profecía: si se forma un Gobierno del PSOE con Unidas Podemos y dura tres años (algo que parece altamente improbable, en cuanto a la duración se refiere), ya verán como habrá otro peaje o medidas compensatorias.

LAS mesas a las que me refiero no son las de negociación bajo cuerda de Adriana Lastra y la Marta de ERC, sino a las de estas fechas tan bonitas y entrañables. En ellas se nota que los productos gastronómicos navideños de Cádiz están mal promocionados. Quizás les falta una feria en Londres, para que Irene García y sus diputados provinciales puedan promocionarlos. En Fitur tiene mal rollo, por las fechas, que suelen coincidir con el Carnaval. Y a la gente, entre pestiños, erizos, ostiones y demás, se les suele olvidar lo navideño. Ahí también se pudo hacer mejor, en su momento. Pues los pestiños no son estrictamente gaditanos, sino que se les considera típicos de Andalucía, en general. Por el contrario, hay otros más identitarios de Cádiz. Se pudo hacer la Alfajorada.

LA anécdota es conocida. En el Carnaval de Cádiz de 1991, cuando comenzó la primera guerra de Iraq, el cuarteto del Peña y el Masa, ‘Tres notas musicales’, cantó aquel célebre estribillo: “¡Ay, qué casualidad/ ahora una Guerra Mundial/ la gente no respeta/ ni que estamos en Carnaval/ Rian, rian”. Pues eso, que en España tampoco respetan nada. Estamos perdiendo las buenas costumbres. Antes las fiestas navideñas tenían sus rituales y eran como una tregua pacífica que todo el mundo respetaba. El mensaje de Navidad del Rey, y ya está. A los discursos de los presidentes autonómicos no les prestaban atención ni sus familiares. En Andalucía, puede que algún enchufado, para pelotear. Y en esas apareció Meritxell Batet, y la Mesa del Congreso reservó fechas para la investidura de Pedro Sánchez, por si acaso.

ESTOS días pueden originar una ceremonia de la confusión. Se habla de Navidad y pensamos en cuestiones accesorias, incluso rutinarias. Si hay más o menos luces en las calles, si las cabalgatas irán por tales o cuales calles, si hay pistas de hielo o atracciones suficientes para los niños, si las campañas de promoción comercial son buenas y favorecen que la gente compre en Cádiz o en otros municipios de la Bahía, o incluso en Jerez, que es la tierra de las zambombas, cada año menos espontáneas y más dedicadas a recaudar. Se nos olvida lo principal, que es una historia tantas veces contada, en la que un Niño nace en un pesebre de Belén.