LA gente que está fuertemente catalanizada, tras desayunar pa amb tomaquet y calzarse la barretina, dice: “Este Gobierno ya no sabe qué inventar para que no se hable de los indultos”. Ahora hemos vuelto al eterno debate de las pensiones. Primero proclamaron que el Gobierno de Pedro Sánchez ha cerrado un acuerdo con los sindicatos y empresarios, a mayor gloria de los pensionistas que han conseguido sobrevivir a la pandemia. A pesar de que muchas personas de 65 años y otros sexagenarios todavía no han recibido la segunda dosis de AstraZéneca. ¿Es para reducir el número de pensiones? Eso dicen las malas lenguas, pero no se lo crean. Para reducir las pensiones, ya está el ministro Escrivá, según los días.

EL gran malabarista Pedro Sánchez sigue con sus juegos. Se ha buscado un ayudante llamado Oriol Junqueras, que da el tipo para las actuaciones circenses; y allá que se han lanzado los dos, a crear ilusionismo y magia. A mesa y mantel se podrán reunir en Cataluña, pero de ahí no va a salir nada interesante. El banquete de esa mesa es para montar un paripé y hacerse unas fotos. Cataluña no tiene arreglo, ni lo va a tener en los próximos años. Oriol Junqueras sabe que la vía unilateral para la independencia es absurda. Es surrealismo en el mundo de hoy. Ni la Unión Europea, ni EEUUU, ni siquiera Marruecos (bueno, ahí quedan dudas) lo iban a reconocer.

TODOS los años, en el mes de junio, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, pronuncia varias frases lapidarias, de las cuales al menos una pasa a la historia. El año pasado dijo: “Hemos vencido al coronavirus”. Este año declaró: “Pronto vamos a abandonar las mascarillas”. Y ya le ha puesto fecha: el 26 de junio, un día ideal para tapar los indultos a Oriol Junqueras y compañía. Pero no es sólo para disimular. Las mascarillas se van a suprimir en las calles porque en otros países europeos ya no son obligatorias, y mantenerlas aquí resultaría negativo para la llegada de turistas en verano. En la Junta, se han sumado a la fiesta y el consejero Aguirre ha profetizado el regreso de las procesiones para otoño.

EN los últimos días ha aumentado el número de indignados por culpa de la selección antes llamada La Roja. Se considera un escándalo que hayan destinado unas 50 vacunas de Janssen y Pfizer para los futbolistas, técnicos y personal de la selección, a tres días de la Eurocopa. Algunos denuncian: ¿Y los pobres que se van a quedar sin dosis, por culpa de Luis Enrique y sus muchachos? Son ricos, famosos, van largando CO2 en cochazos, viven en chalés de verdad no de podemitas, ligan en el ocio nocturno, y no han cumplido los 40 años, ni son profesores de nada, por lo que no les tocaba su turno antes que a las cajeras y cajeros de supermercado. Y los ha vacunado el Ejército, como si viajaran a una misión de paz, en vez de jugar en el sevillano estadio de La Cartuja contra Suecia. En este país, donde todavía no han vacunado a Pedro Sánchez ni Juanma Moreno...

EN la historia del último medio siglo en España, la aportación del PSOE de Andalucía ha sido esencial. Esto conviene no olvidarlo, a pesar de las turbulencias de los últimos tiempos. Si tenemos democracia en España es gracias al PSOE. No sólo gracias a ellos, pero sí en amplia medida. La monarquía constitucional es ininteligible sin el PSOE. Lo mismo se puede decir de la España de las autonomías. Sin embargo, es lamentable y triste que un sector cada vez más amplio del PSOE pisotee su propia historia, con ese espíritu adanista irracional que se ha instalado en la política. Esa actitud ha tenido dos inspiradores: José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, dos presidentes que se dedicaron a destruir, sin ideas claras, dando palos de ciegos, y desleales con los fundamentos de un partido que se llama socialista, obrero y español.