HA llamado la atención que el nuevo presidente de los EEUU, Joe Biden, comenzó la jornada de su toma de posesión asistiendo a una misa en la Catedral católica de San Mateo, en Washington. No sé por qué ha llamado la atención, ya que Biden nunca ha ocultado sus creencias religiosas. Estaban muy presentes en las medidas que defendió en la campaña y en las primeras que adoptó. Unas medidas que se inspiran en el humanismo cristiano y en la doctrina social de la Iglesia católica. Parecen de izquierda en EEUU porque allí gobernaba Trump, con unos planteamientos de histrionismo reaccionario y un talante chulesco, en sintonía con la América más profunda.

LEO algunas encuestas en las que la mayoría de los consultados son partidarios de un confinamiento absoluto. ¿La gente inocente quiere que los encierren en sus casas y sólo les permitan acudir al supermercado? Añoran el tiempo de los Ertes a tutiplén. Era el tiempo en el que se arruinaron los mismos que se van a arruinar con esa Navidad que está costando su peso en enfermos. El presidente de la Junta, Juanma Moreno, además del adelanto del toque de queda, ha pedido al Gobierno de Pedro Sánchez y Pablo Iglesias que facilite el encierro. Por cierto, Pablo Iglesias se ha pasado desaparecido todo el periodo de duración de la borrasca Filomena y la ola de frío. Como si se hubiera confinado en el chalé de Galapagar para ver caer la nieve. Este hombre, cuando vienen malas, desaparece. Y, cuando vienen buenas, hace la oposición desde el Gobierno.

LA comparecencia del presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno, para anunciar las medidas contra la tercera ola del coronavirus podía haberla grabado antes de Navidad. No tiene sentido lamentarse por la subida de contagios. Endurecer las medidas en enero tras la tregua navideña estaba cantado. Pues están jugando al acordeón desde el otoño: abro y empeora, cierro y mejora; abro y empeora, cierro y mejora… Aun así queda la evidencia de que otras autonomías españolas están peor, mal de muchos que sirve de consuelo para tontos. En las fiestas navideñas pasó lo que sabían que iba a pasar. Estaba asumido para no perjudicar más a los bares y los comercios.

ALGO se muere en el alma del Gobierno cuando un ministro se va. Especialmente si es un ministro como Salvador Illa, que no es uno cualquiera, sino el titular de Sanidad, un filósofo platónico que se ha zampado más de 50.000 muertos del Covid-19, como quien no quiere la cosa, y ha demostrado buenas dotes para la simulación y la mentira. Algunos papanatas dicen que ha triunfado en el cargo. Tiene guasa que Illa sea el Ministro Maravilla. Es un acierto de Pedro Sánchez la jugada que ha puesto en marcha: por fin retira de la circulación política española a Illa y lo resitúa en Cataluña, donde se debió quedar.

HEMOS llegado al día de gloria de los vacunados. Van a empezar hoy en España, y es como poner las primeras piedras para el final de la pandemia. A la vez hacen un llamamiento para que la gente no se confíe. Hay que seguir con las medidas de seguridad. Y afirman que la vacuna es segura mientras no se conoce cuando nos llevará a la inmunidad de rebaño. Se supone que para el verano de 2021, o quizá para el otoño. Para lo que será fundamental que dos tercios de los españoles estén vacunados. Y ahí viene lo más difícil: hay que convencer al pueblo. Para ello es conveniente crear el carné del vacunado y dar ventajas a los cumplidores. Eso lo saben hasta los parvulitos de marketing.