SERÁ por la Ley de Bienestar Animal, que entra en vigor mañana y se sumará en las polémicas a la Ley del sólo sí es sí, hasta que la rectifiquen. Así que en la semana del no es no, ha vuelto a salir el dóberman. Estaba muy olvidado en la política. Las nuevas generaciones del milenio y la desmemoria histórica, que no vivieron la Transición, no saben lo que es esto del dóberman. En el Congreso de los Diputados, Pedro va como por su casa. Hace lo que le da la gana. Un día pide seis debates a Feijóo, pero otro no tiene ganas de hablar y saca de paseo al dóberman. Ahora el dóberman se llama Oscar Puente, según dice la gente. El dóberman político es como un fantasma que aparece y desaparece.

DESPUÉS de tantos años de demagogia en la autopista AP-4, entre Sevilla y Cádiz, parece que el peaje es lo único importante. Se ha dado por seguro que no se volverá a cobrar en 2024, como exigían en Bruselas para los fondos europeos. Y parece que con eso se solucionan sus problemas. Una vez más, se aprecia la habilidad del Gobierno de Pedro Sánchez para escabullirse de sus responsabilidades. Porque el principal problema de esta autopista no es ahora el peaje, sino el estado infame en que se encuentra y los frecuentes atascos. Es un ejemplo más del castigo a Andalucía con las infraestructuras, que este Gobierno sanchista ha paralizado en los últimos años, ante la general indiferencia en Sevilla y Cádiz, acostumbradas por inercia a la falta de inversiones.

EN la polémica interna del PSOE por las consecuencias de una amnistía a Puigdemont, se ha demostrado la falta de liderazgo del socialismo andaluz. Del PSOE-A actual, quiero decir, pues parece que el PSOE de Andalucía aún es el de Felipe González, Alfonso Guerra, José Rodríguez de la Borbolla o Rafael Escuredo, los considerados como viejas glorias, que son quienes han expuesto sus opiniones. Sin entrar otra vez en los detalles de lo que están diciendo, es curioso que el PSOE-A del siglo XXI no tenga voz propia. Es curioso porque el partido llamado PSOE no se puede entender en España sin la aportación de Andalucía, y más concretamente de Sevilla, donde tuvo y aún mantiene uno de sus núcleos mayores de militancia y de poder.

LA buena gente que paseaba en la mañana del domingo por la plaza de la Encarnación se persignaba. Y no era por devoción a la Virgen del Valle (o quizás también), que recibe culto al lado del lugar del suceso, en la iglesia de la Anunciación. Se hacían cruces por el milagro ocurrido a las ocho de la mañana, con el desplome parcial de uno de los ficus sin causar víctimas. Y no faltaba una señora que le comentaba a un señor: “A ver a quién le echan las culpas los ecologistas. A ver si crean otra plataforma para buscar las cosquillas, como le hicieron a los dominicos de San Jacinto”. Pues, en estos casos, siempre se busca un culpable. Y si son frailes, mejor. Pero esta vez le ha tocado al Ayuntamiento. Aunque el actual alcalde, José Luis Sanz, sólo lleva un trimestre en el cargo. Y el desaguisado de los ficus de la Encarnación procede de los tiempos de las Setas y la reforma de la plaza. Es decir, procede del bloque progresista de Alfredo Sánchez Monteseirín.

TAMBIEN los políticos tienen madre. Son criaturas de Dios. A veces nos olvidamos, y creemos que los políticos proceden de la inteligencia artificial (o que no tienen inteligencia); y que son inmutables, estáticos, maquinales, sin sentimientos, como los robots. Sin embargo, un político puede cambiar de ideas. Se conocen casos extremos, como el de Jorge Verstrynge, que pasó de ser la mano derecha de Fraga a convertirse en podemita de Pablo Iglesias. Para entenderlo: es como si Macarena Olona se convierte en fan de La Pasionaria, lo que no sería descartable, o se junta el día de mañana para sumar con Irene Montero. Es decir, que ocurren cosas raras, y que algunos cambian de ideas.