SIEMPRE que ocurre una catástrofe aumentan las precauciones para prevenir otra parecida. Es lo que sucedió tras el incendio en la discoteca de Murcia, en el que murieron 13 personas. Un suceso horrible, plagado de negligencias. Suponiendo que sean negligencias, que eso se deberá dirimir en los juzgados. Aún no se sabe por qué no cumplieron la orden de cierre del local. El Ayuntamiento de Sevilla, viendo lo que ocurrió en el Ayuntamiento de Murcia, anunció una operación de control del ocio nocturno, con vistas a Halloween. Porque Halloween ya estaba en el punto de mira.

EL otoño entró en Sevilla con la borrasca Bernard. No he entendido por qué no la han llamado dana, y han recuperado la denominación tradicional de borrasca, que es anterior a los tiempos de José Antonio Maldonado; ya se le oía a Mariano Medina, cuando se apostaba el bigote en los pronósticos meteorológicos. Ahora no hace falta jugarse el bigote para saber que una borrasca como las de antes provoca el caos en Sevilla y gran parte de Andalucía. Una borrasca merecedora de tal nombre paralizará los servicios de trenes, cortará carreteras y tirará árboles en las vías urbanas sevillanas. Algunos lo atribuyen al cambio climático, pero ha pasado siempre. Y no aprenden para minimizar las consecuencias.

SE suele decir que Sevilla apuesta a tope por los eventos. Sin embargo, quedan dudas razonables. ¿Por dónde debe centrar los esfuerzos José Luis Sanz? ¿Es preferible organizar la gala de los Grammy Latinos o una cumbre política europea como la de Granada? Quizá para un alcalde es mejor los Grammy Latinos. Porque, en la cumbre de Granada, Pedro Sánchez no dejó que la alcaldesa, Marifrán Carazo, saliera en las fotos, ni tampoco el presidente de la Junta de Andalucía, Juanma Moreno. Su cumbre era suya. Al revés que en Cataluña, donde nunca le falta tiempo para unas fotos con Pere Aragonés. En la cumbre europea dijeron que aquel evento fue una maravilla para Granada, y que atraerá miles de nuevos visitantes a la Alhambra, que salió muy bonita en las fotos de los líderes.

LA trágica muerte del joven cordobés Álvaro Prieto ha puesto de actualidad un escenario olvidado de Sevilla: los alrededores de la estación de Santa Justa. Es decir, lo que hay más allá de las vías, en dirección hacia Córdoba, precisamente. Los talleres de Renfe están en la zona donde apareció el cadáver. Pero más hacia las afueras existen unas auténticas cloacas ferroviarias, que parecen salidas de un mundo abandonado e insólito. Pasan desapercibidas, quizás porque sólo se pueden ver desde los trenes y muchos viajeros no se fijan. O les parecerá inevitable y rutinario. Es una visión decadente, que remite a películas en un territorio apocalíptico, al estilo Mad Max, o evoca escenarios de supervivencia, como los de la novela La carretera, de Cormac McCarthy.

VUELVE la selección de España al estadio de La Cartuja, para disputarse con Escocia el primer puesto de su grupo de la Eurocopa. Curiosamente, vuelve en el día de la Hispanidad. Si es que existe la hispanidad, pues ahora a los hispanos los llaman latinos, mientras se sigue falsificando la historia. También ha coincidido con la designación de España, junto a Portugal y Marruecos, como sedes del Mundial de 2030, a las que han sumado Uruguay, Paraguay y Argentina (tres países hispanos, donde se habla en español), que acogerán los primeros partidos de sus selecciones. Una fórmula extravagante, para que la FIFA presuma de universalidad, con partidos en tres continentes y seis selecciones clasificadas de oficio; es decir, sin jugar la fase previa. A Sevilla, en esa rifa, parece que sólo le van a tocar partidos en un estadio: La Cartuja.