LA buena gente que paseaba en la mañana del domingo por la plaza de la Encarnación se persignaba. Y no era por devoción a la Virgen del Valle (o quizás también), que recibe culto al lado del lugar del suceso, en la iglesia de la Anunciación. Se hacían cruces por el milagro ocurrido a las ocho de la mañana, con el desplome parcial de uno de los ficus sin causar víctimas. Y no faltaba una señora que le comentaba a un señor: “A ver a quién le echan las culpas los ecologistas. A ver si crean otra plataforma para buscar las cosquillas, como le hicieron a los dominicos de San Jacinto”. Pues, en estos casos, siempre se busca un culpable. Y si son frailes, mejor. Pero esta vez le ha tocado al Ayuntamiento. Aunque el actual alcalde, José Luis Sanz, sólo lleva un trimestre en el cargo. Y el desaguisado de los ficus de la Encarnación procede de los tiempos de las Setas y la reforma de la plaza. Es decir, procede del bloque progresista de Alfredo Sánchez Monteseirín.

TAMBIEN los políticos tienen madre. Son criaturas de Dios. A veces nos olvidamos, y creemos que los políticos proceden de la inteligencia artificial (o que no tienen inteligencia); y que son inmutables, estáticos, maquinales, sin sentimientos, como los robots. Sin embargo, un político puede cambiar de ideas. Se conocen casos extremos, como el de Jorge Verstrynge, que pasó de ser la mano derecha de Fraga a convertirse en podemita de Pablo Iglesias. Para entenderlo: es como si Macarena Olona se convierte en fan de La Pasionaria, lo que no sería descartable, o se junta el día de mañana para sumar con Irene Montero. Es decir, que ocurren cosas raras, y que algunos cambian de ideas.

EN Sevilla hay dos pasiones: la Semana Santa y el fútbol. Ya sé que decirlo así suena a herejía, y lo es, pero la realidad es esa. Antes se decía: “con la Iglesia hemos topado”. Después se dijo:” con las feministas hemos topado”. Ahora se dice; “con el fútbol hemos topado”. Con lo cual se llega a la conclusión de que lo mejor es no topar, un pecado que se puede asemejar al de cometer actos impuros. Cuando se topa, el topador se sitúa en terrenos inundables, como los de Doñana, donde se puede hundir. Antes se decía: “por la boca muere el pez”. Hoy lo mejor es tener la boca cerrada, por si las moscas. Desapasionarse un poco y no picotear.

EL final de las vacaciones de agosto desembocó en una tormenta (ahora llamada Dana) y en un crimen de violencia de género en Sevilla. Este último suceso ha provocado la lógica alarma. Al coincidir con otro en Villanueva del Arzobispo (Jaén), han vuelto a esgrimirse las estadísticas. Casi siempre con el afán preconcebido que las caracteriza. Se ha destacado (y es cierto) que en España han asesinado ya a 42 mujeres en lo que va de año (12 más que en el mismo periodo de 2022); y que Andalucía, con 15 muertas, es la comunidad con más casos registrados. Es decir, un grave problema que no va a menos, sino a más. A pesar de las inversiones de los poderes públicos, tanto el Gobierno como la Junta.

UN Gobierno progresista del PSOE sanchista (y las expertas en sumar lo peor de cada casa) nunca tiene la culpa de nada. Mientras que un Gobierno peperoni siempre tiene la culpa de todo. De lo que se deduce que unos son muy listos y los otros… pues no. Se ha visto, una vez más, con la alerta meteorológica de la Aemet, que se equivocó al avisar que se batiría el récord de precipitaciones de todos los tiempos en Madrid, capital de España. Aunque, ciertamente, llovió mucho en Toledo y el sur de la comunidad uniprovincial madrileña. También se vio con el gran carajal que montó Renfe el lunes, a cuenta de los problemas del AVE, con retrasos de varias horas, pérdidas de conexiones y de viajes en la fecha del inicio de vacaciones de septiembre y un tremendo estropicio, que sembró el caos en la estación sevillana de Santa Justa. Contrasta eso con lo que sucedió en enero de 2018.