UN Gobierno progresista del PSOE sanchista (y las expertas en sumar lo peor de cada casa) nunca tiene la culpa de nada. Mientras que un Gobierno peperoni siempre tiene la culpa de todo. De lo que se deduce que unos son muy listos y los otros… pues no. Se ha visto, una vez más, con la alerta meteorológica de la Aemet, que se equivocó al avisar que se batiría el récord de precipitaciones de todos los tiempos en Madrid, capital de España. Aunque, ciertamente, llovió mucho en Toledo y el sur de la comunidad uniprovincial madrileña. También se vio con el gran carajal que montó Renfe el lunes, a cuenta de los problemas del AVE, con retrasos de varias horas, pérdidas de conexiones y de viajes en la fecha del inicio de vacaciones de septiembre y un tremendo estropicio, que sembró el caos en la estación sevillana de Santa Justa. Contrasta eso con lo que sucedió en enero de 2018.

EN los mapas electorales del 23 J, Sevilla fue la única provincia de Andalucía que apareció en rojo. La candidatura que encabezaba la ministra María Jesús Montero fue la única que consiguió el triunfo para el PSOE en Andalucía. Eso ha sido valorado como un gran resultado y como la consolidación del liderazgo de Juan Espadas en el PSOE de Andalucía. Bueno, no tanto. Depende de las comparaciones. Podemos comparar la carita risueña de Juan con los botes de María Jesús al lado de Pedro. Si lo comparamos con lo ocurrido en las elecciones andaluzas de 2022, sería un resultado mejor. Pero se debe tener en cuenta que aquel fue un fracaso estrepitoso. Antaño, con Felipe y Zapatero, se decía que Andalucía (y aún más Sevilla) era el granero de votos del PSOE. Algo así como lo del 23-J en Cataluña con el PSC. Y ya no lo es.

HEMOS leído en la prensa que los resultados del 23-J han sido una gran sorpresa. ¿Qué ha pasado? La diferencia entre las municipales y autonómicas del 28 de mayo y las generales del 23 de julio se explica por los nefastos pactos del PP con Vox en algunas autonomías. No era difícil de intuir. Yo lo escribí en este Diario el domingo 9 de julio: “La clave de las elecciones generales estará en los pactos del PP con Vox. Es decir, la influencia de las negociaciones surrealistas en varias regiones a la hora de determinar el voto de los indecisos”. Y añadía que, según lo que pasara con Vox, “el PSOE puede recuperar las ilusiones de una victoria, o resignarse a un improbable milagro de última hora con las cuentas de Frankenstein”.

A diferencia de otras ciudades, donde predomina la novelería, en Sevilla se aprecia la tradición como un valor añadido. La tradición no es lo mismo que el inmovilismo. Pues si lo inmóvil fuera lo que no se mueve, y permanece estático o apalancado, la tradición es mantener aquello que está bien, adaptándolo a los tiempos. No sólo ocurre con las fiestas y las costumbres, también con las personas. Cuando alguien desempeña una buena labor, cuesta trabajo cambiarlo, como no sea a la fuerza. Un ejemplo es Francisco Herrero, presidente de la Cámara de Comercio, que en mayo cumplió 17 años en ese cargo. Y sigue…

LA extrema derecha y la extrema izquierda coinciden en utilizar la censura cuando les interesa. Es un procedimiento típico del fascismo y del comunismo, de los sistemas totalitarios que no saben convivir en libertad. En esta campaña electoral, el PSOE está agitando el fantasma de la censura que presuntamente nos espera si gana Feijóo. Lo dicen por culpa de algunas torpezas que ha cometido Vox en ayuntamientos de pueblos donde ya gobierna. Con eso, se ha vuelto a ver que para el PP lo mejor es no incluir a Vox en gobiernos de coalición, pues originan problemas absurdos, que aportan munición al rival y van contra la democracia y la libertad.