TENGO amigos y conocidos que en los últimos días han perdido su trabajo. Tras la toma de posesión de los nuevos ayuntamientos, algunos se están despidiendo, agradeciendo la colaboración recibida durante los años en que han desempeñado sus empleos como asesores y personal de confianza. La mayoría de los que se despiden fueron contratados por el PSOE, otros por Unidas Podemos o Adelante Andalucía, algunos por Ciudadanos (de los que quedan pocos) e incluso los hay del PP en municipios donde no les salieron bien los pactos. Los del PP, realmente, son los menos preocupados, pues saben que su partido va a tener necesidades. Y que podrían obtener otros premios, según los resultados de las elecciones generales. Además de que José Luis Sanz se está mostrando generoso, y ficha a los gerentes sin topes salariales, como si fuera Florentino, el único que puede fichar como antes.

ENTRE las víctimas de las elecciones del 28-M en Sevilla, yo destacaría a Juan Carlos Cabrera. El ex delegado municipal de Gobernación, Fiestas Mayores y Área Metropolitana era uno de los ediles mejor valorados, aunque tuviera algunos enemigos, como todos los políticos. En pocos meses, pasó de ser un posible alcalde de Sevilla, en la sucesión de Juan Espadas, a quedarse como estaba en Fiestas Mayores, y probable candidato a vicepresidente de la Diputación en el nuevo periodo. Pero, finalmente, se ha quedado como un concejal más en la oposición del PSOE municipal. A Cabrera lo han perjudicado dos veces en su partido. Ni fue alcalde, ni va a la Diputación. Y el principal responsable de ambas decisiones ha sido el mismo: Juan Espadas, del que era amigo y principal colaborador.

AL llegar a la Alcaldía, es normal que José Luis Sanz esté eufórico. Algunos que lo tachaban de hombre serio ya van diciendo que es un cachondo mental. Es natural que la gente se reubique, porque a Sanz le ha salido todo estupendamente, ni siquiera ha necesitado pactar con Vox para conseguir la Alcaldía. No tiene mayoría absoluta, pero podrá llevar a cabo sus políticas, al no gobernar en coalición. Con eso no se garantiza el éxito, porque es lo mismo que se dijo de Juan Ignacio Zoido en 2011, cuando ganó con abrumadora mayoría, y el PP perdió la Alcaldía cuatro años después. Se sabe que el PP en Sevilla gobierna en plan a ver qué pasa; necesita políticas vistosas, para que la gente vea y crea.

DECÍAMOS ayer que José Luis Sanz le ganó las elecciones a Antonio Muñoz en el sprint final. Es decir, en la última semana, quizás en el último día. Hay dos formas de verlo: Sanz ganó porque Muñoz perdió al final, o Muñoz perdió porque Sanz al final le ganó. Se mire como se mire, Sanz ganó porque jugó mejor el partido en los momentos finales. Y hay algo que quizás no se ha destacado como merece: no necesita a Vox para ser alcalde. Aunque sí para aprobar los presupuestos y alcanzar algunos acuerdos. Incluso las mejores encuestas para el PP, indicaban que necesitaría un pacto con Vox, ya que le daban empate o victoria mínima por un concejal. La diferencia de 14 a 12 superó las previsiones.

UNA de las grandes noticias nacionales del 28-M fue que el PSOE perdió la Alcaldía de Sevilla. Las encuestas auguraban igualdad, pero daban ventaja leve a Antonio Muñoz, que además era el candidato más conocido y el mejor puntuado. Se ha elogiado a Narciso Michavila porque las encuestas de su empresa GAD 3 acertaron casi todos los resultados del 28-M. Sin embargo, en la que publicó de Sevilla (seis días antes de las votaciones), daba mínima ventaja al PSOE (36,9%) sobre el PP (36,4%), con un empate a 13 concejales. En las urnas, el domingo de esa misma semana, el resultado fue de 14 a 12 para el PP. Michavila sí acertó los 3 de Vox y los 2 de Con Andalucía. ¿Qué pasó en la última semana para que Sanz adelantara a Muñoz en el sprint final?