TENEMOS otro disgusto en Cádiz. El ajetreo del Carnaval no se reduce a las dimisiones de los Autores. Durante varios meses podemos vivir con una enorme inquietud: la fórmula de elección del jurado del Concurso Oficial de Agrupaciones de Carnaval (en adelante, COAC) fue mal acogida. Los colectivos de la fiesta disienten. Esto es muy duro, y dejará sin dormir a un sector de la ciudadanía. Pues no es lo mismo que esté en el jurado su primo Enrique o su cuñado Manuel. Por el contrario, se ha difundido menos un gran éxito: el sistema de puntuación se aprobó “por consenso” en la Junta del COAC. Increíble, pero cierto.

LA gente que viene a Cádiz en agosto se escandaliza cuando lee el Diario. No entienden que esto es Cádiz, y aquí tenemos nuestras noticias propias. Aparte de las ratas de Santa María del Mar, que han sido controladas por el Ayuntamiento, fíjense lo que está pasando en el Carnaval. Ha dimitido Quico Zamora como presidente de la Asociación de Autores. Es un hombre con capacidad para una buena gestión, pero no ha podido unir a los copleros. No te preocupes, Quico, que tú no tienes la culpa. Unir a los copleros es más difícil que integrar a la CUP en el PP catalán. Los copleros se desunen solos, es su esencia. Y, además, ¿para qué se van a unir, si desunidos los controlan mejor? Al principio de esa asociación decían que era un invento del PSOE, y después que la manejaba el PP. A Kichi no le gustaba, y se le notó.

HASTA en las mayores desgracias puede haber detalles positivos. Se está viendo estos días, tras los ataques terroristas de Barcelona y Cambrils. La conmoción ha sido tan fuerte que se han aparcado diferencias. Esas imágenes de Mariano Rajoy y Carles Puigdemont reunidos, cuando hasta hace poco no tenían tiempo ni para hablar por teléfono. Esa reunión del Pacto Antiterrorista en Madrid, a la que no sólo acudieron el PP, el PSOE y Ciudadanos, sino que asistieron Podemos y el PNV, además de los nacionalistas catalanes de la ex Convergencia y hasta de ERC. Sólo faltó Bildu, quizá por cuestiones de estética. Todo perfecto. Aunque no hay que hacerse ilusiones, porque el tiempo pasará y los duelos se olvidan.

CON mucha razón, se dice que Cádiz es una ciudad amiga de los animales. Empezaron prohibiendo los circos, y los toros por añadidura (aunque como no hay plaza, se ahorraron esa bronca). Después llegó la plaga de cucarachas, a las que dediqué un sentido artículo. Y ahora vienen las ratas, a las que escribo otro. Aunque tampoco nos deberíamos olvidar de esas palomas que rebuscan en las playas, no siendo aves marítimas como las gaviotas. Sin profundizar en los excrementos caninos, que te encuentras a granel en las proximidades del Paseo Marítimo. Se podría decir que esta ciudad va a dar asco, como no se lo tomen más en serio. Pero no se dice, porque en tal caso este artículo insistiría en los comentarios fascistas y capitalistas que pululan por las redes sociales.

CUANDO ocurre un ataque terrorista como el que se ha planificado en Cataluña, con acciones indiscriminadas contra las personas en Barcelona y Cambrils, y con la explosión en Alcanar, se origina una situación de orfandad moral. Es ahí, en los momentos extremos, cuando se aprecia la verdadera personalidad, y también cuando se agitan las miserias. Con el pasar de los días de luto, llegarán las derivaciones, los reproches y las responsabilidades. Todo esto ha ocurrido en Cataluña (y en España), en un momento de máxima distracción. Allí, desde enero de este año, habían detenido a 10 individuos acusados de lo que se denomina yihadismo, que viene de Yihad, la guerra santa que se menciona en el Corán, y que adaptaron a la posmodernidad la Al Qaeda de Ben Laden y después el Estado Islámico.