LA buena gente es inocente y no se da cuenta de las trampas. Preguntan: ¿cómo puede ser que el Gobierno de Pedro Sánchez diga una cosa y el de Pablo Iglesias la contraria? Les sorprende que los ministros del PSOE defiendan el retraso de las jubilaciones y que los de Unidas Podemos quieran prejubilar a todo el mundo para que trabajen más jóvenes, con esa simpleza mental. O que unos defiendan la Monarquía constitucional y otros la República. La gente no sabe que este Gobierno total aspira a ser único, por lo que ellos mismos se hacen la oposición. Unos dicen blanco y otros negro; unos dan cariño a los ricos y otros a los pobres. Van a por todas y por todos.Pero a los partidos les pasa igual. Porque cada uno es como dos.

COMO saben a lo que juegan, el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, va contra los ricos, pero de boquilla; y el presidente, Pedro Sánchez, se hace el sordo. Es normal, porque votan más pobres que ricos, y porque los ricos nunca votarían al Coletas de todos modos. También es normal porque Pablo Iglesias practica la lucha de clases, como comunista que es (no se sabe por qué a muchos comunistas les da vergüenza reconocer que son comunistas, y dicen que son comunes, o podemitas, o de IU); y en la lucha de clases el objetivo de los pobres es acabar con los ricos. En Cuba y otros países donde lo consiguieron, al no haber ya ricos, todos son pobres. En España aún quedan algunos pobres que viven en un chalé.

SON como el perro y el gato. Madrid y Barcelona. Se han consolidado como uno de los principales problemas que tenemos en el resto de España, pues los mordiscos y los arañazos afectan a los demás. No es sólo el conflicto territorial y las sedes de las empresas; son todos los asuntos, como en el fútbol. Pues en ambas ciudades creen que el mundo se divide en madridistas y barcelonistas. Véanse los programas deportivos de televisión, donde no se habla de otra cosa, ni siquiera cuando el Sevilla gana la Europa League y los otros hacen el ridículo en Europa. El 8-2 fue como los datos de la pandemia de Pedro Sánchez. En esas estamos, y seguiremos, que es lo peor.

LAS tres primeras obras de misericordia espirituales son: Enseñar al que no sabe, Dar buen consejo al que lo necesita y Corregir al que se equivoca. Como a este Gobierno de Pedro y Pablo no le gusta la clase de Religión, quizás no lo han estudiado. No enseñan, no saben, se equivocan, etcétera. Pero para aprobar la difícil asignatura de la Pandemia del Siglo XXI (en la que los van a catear otra vez, se está viendo venir), algo deberían hacer. Por ejemplo, preguntar a los que saben más que ellos. En el caso de la vuelta al colegio, es pintoresco lo que se oye y se lee: hay que volver a las clases, y con garantías de seguridad. Pues claro. Es una obviedad, la cuadratura del círculo. ¿Y eso cómo se consigue? No es tan fácil.

PARA que el centro derecha gane unas elecciones generales en España debe perderlas el PSOE. Esto se sabe desde Felipe González; es decir, desde que triunfó en 1982. Entonces se acabó la UCD. A partir de ahí, el centro derecha se derechizó y se quedó a opositar con Manuel Fraga, que sólo podía ganar en Galicia. Hasta que llegó José María Aznar, que se presentó como el centro para el cambio de milenio, antes de la foto con Bush, que era republicano (de los republicanos americanos, que son muy de derechas) y con Blair que era laborista (y parecía un felipista inglés). Después llegó Zapatero, por culpa de Aznar; después Rajoy, por culpa de Zapatero; después Pedro Sánchez, por culpa de Rajoy; después…