NO se puede afirmar que Juan Manuel Moreno Bonilla sea el Rafael Escuredo del siglo XXI, pero presenta leves similitudes. En el día de Andalucía, cuando se cumplían los 40 años del referéndum del 28-F, el presidente de la Junta pronunció un discurso que ha llamado la atención. Profundizó en algunas de sus intervenciones anteriores, y abogó claramente por “un nuevo andalucismo”, que sea moderno, constitucionalista y a la altura del siglo XXI. Se le vio disfrutando con su discurso, en el que presentó con nitidez su propuesta autónoma y diferenciada, eso que se empezó llamando el modelo andaluz, tras el pacto con Ciudadanos (con Vox en la sombra, no se olvide) y que ahora se denomina el nuevo andalucismo.

UN músico francés, Camille Saint-Saëns, estrenó en 1886 una suite titulada El Carnaval de los animales. Con el tiempo fue muy popular y aún se interpreta con frecuencia. Pero si Saint Saëns hubiera vivido en la España actual, probablemente hubiera compuesto El Carnaval de los políticos, que se adaptaría a lo burlesco. Tenemos un Gobierno que se disfraza casi todos los días, y juega a vestirse de poder o de oposición, según el momento. Pablo Iglesias es de los que mejor se disfraza: anima a los agricultores a manifestarse y presionar, cuando una gran parte de sus problemas dependen precisamente del Gobierno.

A Pedro Sánchez y Pablo Iglesias les ha aparecido un problema con el que no contaban: el mundo rural. Este es un problema territorial, pero no como el de Cataluña (donde también hay mundo rural), sino que se contrapone a lo urbano. En estos días los agricultores se manifiestan, cortan carreteras, protestan y dan por saco, con más énfasis que en otros tiempos, porque están más cabreados. Con esa tendencia a simplificar el mundo que tienen los populistas, le echan la culpa de los precios a los hipermercados, que es una parte del capital. Después parece que Pedro Sánchez se arrepintió, quizá porque hasta él entendió que era una gran parida. Los precios que reciben los agricultores por sus productos están por debajo del coste, y en eso influyen los intermediarios y quienes se aprovechan en la cadena de distribución. Pero eso pasa hasta en los libros, que son como los melocotones, ya que los escritores producen y perciben el 10% (es decir, dos euros de un libro que cuesta 20 euros). Los precios son una parte del problema.

ESTE país, todavía llamado España (el alcalde de Oporto, Rui Moreira, sueña con formar Iberolux, integrándolo con Portugal) necesita siempre un malo oficial en el poder. Una de las debilidades de Mariano Rajoy fue que el malo siempre era él mismo, con lo que terminó victimizado en una moción de censura. Por el contrario, como ya ocurría con Felipe González, el actual presidente, Pedro Sánchez, ha conseguido que el malo siempre sea otro. Hasta la semana pasada, el malo era José Luis Ábalos, que rindió pleitesías en el aeropuerto de Barajas a la vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, para hablar de no se sabe qué. Pero desde el encuentro presidencial España-Cataluña, el malo es Iván Redondo que rindió pleitesías a Quim Torra, con una reverencia como si fuera un súbdito de Su Majestad.

LA política española depende de Cataluña. Esto es así porque Pedro ánchez no sólo depende de Unidas Podemos, sino también de ERC, que cuenta con 13 escaños en el Congreso de los Diputados. El acuerdo de Pedro Sánchez con el PP de Casado fue imposible, y no sólo porque hubiera convertido a Vox en el principal partido de la oposición, sino especialmente porque Sánchez ya tenía fijada una Hoja de Ruta, cuyos planes son los siguientes: 1. Gobierno de coalición con Unidas Podemos, apoyado desde fuera por ERC. 2. Elecciones anticipadas en Cataluña. 3. Formación de un Tripartito entre ERC, En Comú Podem y PSC. 4. Concesiones.