PARECE que fue ayer. El próximo martes, 14 de marzo, se cumplirán tres años desde que se aprobó el estado de alarma para frenar la pandemia del Covid. Se considera como el día del descubrimiento de la enfermedad por nuestras autoridades, que hasta entonces vivían a lo suyo y habían participado en las manifestaciones del 8-M de 2020, entre otros eventos. A esta enfermedad se le ha puesto la cruz y la raya. Se ha dejado de hablar, están guardadas las mascarillas… Se considera algo del pasado. Y es verdad que ahora sólo un 1% de las personas ingresadas en las UCI sufren Covid, pero también es verdad que en los dos últimos meses han muerto unos 2.000 españoles por este motivo. En total, en los tres años de pandemia, han muerto casi 120.000 personas.

SIEMPRE es bueno tener a la gente localizada, por lo que pueda pasar. Por ejemplo, si inventan impuestos para los ricos es mejor tenerlos localizados, porque si se piran a los Países Bajos (o a otros países más altos) será difícil que paguen. Es curioso lo que ha sucedido con el traslado de la sede que ha anunciado Ferrovial. Primero, critican a los empresarios. Algunos ministros y ministras incluso los califican como chorizos. Y después, cuando se van con las empresas (que no son públicas) a otra parte, se mosquean: Y lo más pitorreable de todo: los acusan de antipatriotas. ¿Dónde se ha visto que se utilice a la Patria para los negocios? Sólo en las dictaduras, sean fascistas o comunistas.

GUSTE o no guste, lo que dice Alejandro Rojas-Marcos es verdad. La autonomía de Andalucía se desbloqueó con el artículo 144 de la Constitución. A esa opción se llegó gracias al pacto entre los andalucistas del PSA y los centristas de UCD, en la cuestión de confianza que salvó a Adolfo Suárez en septiembre de 1980, con la llamada escena del sofá entre el portavoz andalucista Alejandro Rojas-Marcos, y el ministro Rodolfo Martín Villa. Una fórmula que permitió salvar la autonomía del artículo 151, cuando había pasado más de medio año desde que no se alcanzó la mayoría en Almería.

ES un fenómeno maravilloso. En este país nadie gobierna y todos se oponen a todo. Vivimos en una campaña electoral interminable. Pasan unas elecciones y ya están preparando las siguientes, zurrándose sin los 100 días de gracia. Si sucediera al revés (si gobernaran mucho y la campaña durase poco) quizás la cesta de la compra no estaría tan por las nubes, habría más empleo y la gente viviría mejor. Pero al Gobierno de Sánchez y sus socios sólo les importa que ellos y ellas vivan mejor. Así que todo se hace con la mirada puesta en el horizonte de las urnas, no se piensa en nada más.

LA gente dice que el Gobierno se ha desunido, y que están como el perro y el gato antes de la ley de bienestar animal. Pero la unidad de la izquierda es un mito, no existe. La izquierda sólo se une contra algo o contra alguien. Y para colocar a sus militantes; aunque eso también lo hacen en la derecha. ¿Podemos? Sí. Pues palante. Y si no podemos, pues nos separamos. En España, la izquierda estaba desunida de toda la vida. Algunos historiadores opinan que Franco no hubiera ganado la guerra civil sin las luchas internas de la izquierda. Antaño era peor, mucho peor. En la guerra civil hubo comunistas que incluso se fusilaron entre ellos. Todavía no se sabe dónde está Andreu Nin. Resultaron muy duras las luchas entre los estalinistas y los trotskistas. En la memoria democrática, esa asignatura no se estudia.