ASÍ como hemos descubierto que había un Cádiz Norte y un Cádiz Sur, para que Manolito Santander volviera al podio de las chirigotas, se deberían patentar las denominaciones Puente Nuevo y Puente Viejo. Fíjate, Martín Vila, que te lo estoy poniendo fácil, pues al predominar los nombres populistas, no sería necesario quitarle el puente a José León de Carranza, ni tampoco a la Constitución de 1812. Con decirles el Puente Nuevo y el Puente Viejo, todo el mundo sabe a lo que nos referimos. Pues ya se conoce que en Cádiz sólo hay dos puentes. El segundo, gracias a Dios y a Teófila Martínez, que se empeñó mucho y lo ha disfrutado poco.

HA regresado el Juan Sebastián de Elcano. Sigue en plena ebullición el festival No sin Música. Cádiz está viviendo un finde como de Gran Regata, sin serlo. Podemos tener eventos exitosos, pero lo siento: todos los años no hay una Gran Regata. Sin embargo, la buena gente se ha acostumbrado. Creen que son como el Trofeo Carranza, que se organiza todos los veranos. Un Tricentenario de la Casa de la Contratación, sin una Gran Regata, saldría perdiendo en la comparación odiosa con el Bicentenario de La Pepa, que sí la tuvo. Así que nos ha quedado una Regatita, un cierto ambiente, con el buque escuela Juan Sebastián de Elcano, que aporta prestancia. Lástima de que no haya podido acompañarlo el Amerigo Vespucci italiano, que siempre levanta pasiones.

EN España existe la teoría de que las diputaciones provinciales son ricas y los ayuntamientos pobres. A eso contribuyen decisiones como la que adoptaron en el pleno celebrado en Tarifa: modificar el presupuesto para subvencionar con 100.000 euros los desplazamientos de seguidores del Cádiz CF en la próxima temporada. La decisión fue votada a favor por el PSOE de Irene García, que se considerará sucesora de Francisco González Cabaña, con todas sus consecuencias, inclusive la de forofo amarillo. En Jerez protestaron de inmediato. Raúl Ruiz-Berdejo, portavoz municipal de IU, dijo que a la Diputación de Cádiz “se le veía el plumero”. Pero lo más curioso es que a muchos cadistas también nos ha parecido un bastinazo.

CUANDO leen noticias sobre el empleo industrial en la Bahía de Cádiz asumen el riesgo de la esquizofrenia. Por un lado, leen que no hay carga de trabajo, que nos vamos a manifestar porque ya no se puede aguantar más. Por otro, que Dragados Offshore ha conseguido un contrato con Siemens, que supondrá tres millones y medio de horas de trabajo, para construir una plataforma de conversión HVDC offshore en el Mar del Norte alemán y una subestación HVDC en la región de Emden. Y que esto consolida a Dragados como líder en el mercado offshore. Sin olvidarnos de los cruceros que en ocasiones se reparan en el astillero de Cádiz; o los contratos para Navantia de Puerto Real que se negocian poquito a poco, pues los saudíes unos días son buenos y otros malos Aparte de las visitas esporádicas de Susana Díaz y consejeros de la Junta para recordar que la industria aeronáutica de Cádiz es la gloria de Andalucía, junto a la de Sevilla.

LOS gaditanos y gaditanas en general, el Ayuntamiento, la Autoridad Portuaria de la Bahía, los que dan ideas y los que las reciben y los que las ignoran, coinciden en algo esencial: hay que integrar el muelle en la ciudad. Un vecino del conocido como Paseo de Canalejas (que realmente no se denomina así, como suele pasar con todo en Cádiz) me dice: “¿Es que acaso el muelle no está integrado ya en la ciudad? Que se venga Kichi a dormir a mi casa el jueves, cuando empieza No Sin Música. A ver si es capaz de levantarse a las seis de la mañana del viernes para ir a trabajar”. En Cádiz gusta mucho una protesta. Si no es por algo, es por lo otro.